GOZA NUESTRO CUERPO ELSA.

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NEGOCIO REDONDO

Violencia, drogas y sexo.

El camino a la perdición.

CAPÍTULO 24

Desde abajo de la panochita, hasta su culito, en donde le metía la lengua, preparándolo para la chiquiteada, que Olga le daría a Elsa, con su mano derecha, agarró el nuevo juguetito y se lo comenzó a acomodar en el fundillito, dándole de pequeños
empellones para que se abriera paso el grueso consolador.

Elsa al sentirlo, puso una de sus manos en una de sus nalgas, para que Olga pudiera ver mejor su pequeño fundillito.
Olga, colocó su mano izquierda en la otra nalga de Elsa, ya separándole las dos nalgas, podía ver mejor su pequeño fundillito.

Olga, con la otra mano le empujaba muy despacio el consolador, logrando que el fundillito se abriera y se tragará la gruesa cabeza del consolador, muy despacio fue entrando.

Quejándose Elsa de puro placer al sentir la penetración de este:

— ¡Ah! Ya… ya me entró, en mi culito. ¡Ah! Que rico mi reina ¡Ah! —

Sin soltar ninguna de las dos mujeres la nalga, que jalaban hacia un lado, dando el paso a la vergota, que entraba lentamente en el pequeño fundillito.

Olga, empujó metiéndole unas pulgadas más, adentro haciendo temblar a Elsa. Quien ya se había venido antes, en el rico fundillito de Elizabeth, tenía ya sensible su
papayita, y muy mojado su culito, facilitando la entrada del grueso consolador.

— ¡Ah! Así despacio. ¡Cógeme mi culito! ¡Ah! —

Se quejaba Elsa, al sentir todo su fundillito ocupado por tan tremenda vergota, pero, Elsa, a pesar de sentir delicioso, no dejaba ni un momento de mamar la panochita de Elizabeth.

Ahora, en el mojado y caliente bizcochito de la joven, Elsa empezó a meter despacio el consolador que tenía en la mano derecha, era un juguete con buen grosor y gran tamaño, aunque este solo tenía una sola cabeza para ensartarse.

— ¡Ah! ¡Qué rico mi Dios! ¡Ah! Me lo estás metiendo. ¡Ah! Mi bizco...chito. —
Se quejó Elizabeth, sintiendo delicioso abrirse paso entre su papayita, aquel grueso juguete. Elizabeth con sus manos se agarró sus piernas, jalándolas más hacia su pecho,
mirando mejor Elsa, como se tragaba esa rica panochita.

El consolador, que le estaba metiendo, no dejándole de lengüetear el delicioso y mojado bizcochito con todo su alrededor, dándole de
chupetones en su clítoris, succionando con sus labios  sin dejar de hundirle ni un momento el grueso consolador, masturbándola divinamente.

Mientras mamaba, Elsa ya tenía el consolador adentro de su fundillito, ahora, Olga se enderezó, enseguida, se subió a la cama, ya que solo faltaba ensartarse ella del otro lado del consolador, con sus labios chupó Olga la otra cabeza del consolador,

tratando de lubricarlo un poco con su saliva, abriendo su boca enorme, lo metió dándole una buena mamada, dejándolo bien ensalivado y listo para metérselo en su bizcochito.

Ahora, con ambas manos se lo colocó en la entrada de su panochita, comenzó a hundirlo despacito en sus labios vaginales, estos se abrieron tragándose la gruesa cabezota del consolador.

Olga, bien despacito le fue empujando la otra mitad, más adentro del fundillito de Elsa. Quien sintió penetrar más la gruesa vergota adentro de sus tripitas, gritando la muy puta de puro gusto:

— ¡Ah! ¡Qué rico me lo estás metiendo! ¡Ah! ¡Qué delicia—

Olga al escucharla, con su mano derecha, le dio una nalgada para calentarla más, dejando su mano marcada en la blanca
nalga.
— ¡Ay! ¡Ah! ¿Porque me pegas?... ¡Ay! —
Gritó Elsa de dolor al sentir la nalgada, agarrándola Olga de las caderas, empujando la vergota que las conectaba del fundillito a su panochita, sin contestar le metió otras tres fuertes nalgadas a Elsa, arriesgándose a enfadar, tronando
en el cuarto la palma de su mano, sobre las ya rojas nalgas de Elsa, gritándole ahora Olga con autoridad:

NEGOCIO REDONDO VIOLENCIA, DROGAS Y SEXO EL CAMINO A LA PERDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora