MI HERMOSA COLEGIALA.

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NEGOCIO REDONDO

Violencia, drogas y sexo.

El camino a la perdición.

CAPÍTULO 31

Rogelio, le veía a la pequeña mujer sus muecas de placer, cada que le hundía y le sacaba su tieso garrote, la escuchaba quejarse, lo que cada vez más lo excitaba, poniéndole más tiesa su vergota.

Después de varios empujones en el bizcochito, le agarró con sus dos manos sus nalguitas levantándola de la cama, todavía estaba bien ensartada de su bizcochito.

Marcela, se abrazó del cuello de Rogelio, enredando lo más que pudo sus piernas a la cintura, para no despegarse de él.

-Me voy a acostar, y tú te metes lo que puedas de mi vergota en tu bizcochito. -

-Está bien, veré cuanto puedo meterme en mi bizcochito, de ese grueso garrote que te cargas. -

Sin soltarse ni desensartarse, se acomodó Rogelio en la cama recostándose con cuidado.

Marcela, ahora, colocó sus pies sobre el colchón de la cama, que dando con las piernas abiertas y flexionadas casi sentada sobre Rogelio.

Él, puso sus dos manos en su cuello, acomodándose una almohada para poder mirar mejor como la pequeña papayita, se ensartaba a su grueso garrote. Ahora le indicó:

-Castígate, tú sola chiquita linda, yo ahora solo te miraré brincar sobre mi garrote. -

Marcela, con ambas manos se levantó la faldita de colegiala, para que mirará mejor, la cogida que se daría, semi enderezó las piernas Marcela,
levantándose un poco, dejando la gruesa cabezota casi afuera de su bizcochito, se sentó metiéndose hasta la mitad del garrote, entonces, de nuevo se levantó, y enseguida se dio otro sentón en la vergota.

Ahora, tragándose completamente todo el garrote, desapareciéndolo adentro en su pequeña papayita.

Rogelio, no lo podía creer, que esa pequeña criatura tuviera la verija de burra, puesto que, se la tragó por completa, para su pequeño tamaño de mujer, era increíble ver lo tragona que era esa pequeña y caliente papayita.

Si su misma mujer, que era negra, que media uno ochenta y dos de estatura, bien nalgona, verijona, calenturienta, se había lastimado ya varias veces el bizcocho, por intentar tragarse la vergota por completo.

Esta pinche chaparra, sí que era toda una hija de puta, una traga vergas y que no lo soltaría, hasta derramarse de nuevo su bizcochito.

Ahora, estando bien ensartada su pequeña papayita, y sus nalguitas estaban ya sentadas sobre los peludos huevos de Rogelio, se vendría ella sobre el tieso garrote, hundiéndose, abriéndose la panochita todo lo que daba. Marcela gritaba:

- ¡Ah! ¡Esta enorme y dura! ¡Ah! ¡Qué rico! ¡Ah! ¡Así me gusta! ¡Ah! -

Rogelio sentía muy rico, como apretaba esa pequeña papayita, toda su gruesa vergota.

- ¡Empújamela más! ¡Papi, mira cómo me la trago toda! ¡Ah! ¡Mira! ¡Ah! Como me entra, en mi panochita ¡Ah! -
Comenzó a brincar, ensartada en aquel enorme y grueso garrote, sus pequeños senos, se le balanceaban al ritmo de su enloquecida subida y bajada, la muy puta quería otro caliente orgasmo.

Ya tenía muy sensible todo su bizcochito, por su primera venida, no podía dejar ir la oportunidad de venirse, estando bien ensartada en ese grueso garrote.

Cuando se cansó Marcela, de hacer sus sentadillas, se quedó hasta abajo, estando bien ensartada, sin dejar de batir el vergonón, moviendo despacio su caderita, de adelante hacia atrás, dándole mucho placer ese pequeño bizcochito a Rogelio.

NEGOCIO REDONDO VIOLENCIA, DROGAS Y SEXO EL CAMINO A LA PERDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora