NEGOCIO REDONDO
Violencia, drogas y sexo.
El camino a la perdición.
CAPÍTULO 10
Carlos, al ver y escuchar esta actitud solo le sonrió, le soltó las nalguitas a Marcela, enseguida, se enderezó mirando a todos, muy orgulloso les expresó en tono alto:
— ¡Si todas ustedes, pendejas, fueran como mi treinta y seis!
¡Todos viviríamos mucho mejor aquí! O ¡Fueran como el número uno y el número diez! Que han demostrado ellas para mi ser “Fieles como los gitanos” en mi casa. —Se asomó Carlos por la ventana de la cocina, saludando a las dos mujeres, a Martha y Elvia, quienes muy ocupadas trabajaban haciendo la comida, lo saludaron con una sonrisa.
Carlos siguió diciéndoles:
—Ellas, tienen toda mi confianza, son tratadas mucho mejor aquí, que ustedes, pinche manada de putas rebeldes, bueno, mi pequeña "treinta y seis", en muy poco tiempo, te mandaré a traer con Pancho.
Cuando sea la hora de tu cogida, mi chiquilla. ——Está bien Don Carlos, estaré esperando a que me llamen. —
Salieron Julio y Carlos del taller, caminando por el pasillo dirigiéndose a la oficina.—Esos pinches tres Betos, los putos ojetes se están cogiendo a las mujeres Carlos. —
Comentó muy molesto Julio, moviendo la cabeza en señal de desaprobación.
—Ellos son mis amigos de años.
¿En quién más puedo confiar? Ellos no nos delatan, y el tirarse a una puta no es pecado, no les voy a hacer pedo, porque se culén de vez en cuando
una pinche puta barata, solo se entretienen para no aburrirse,
y eso es todo. ——Pero Carlos, ellos también deberían de pagarte algo, esos cabrones se pasan de pendejos y... —
—Déjalos Julio, déjalos, los clientes pagan por las putas, los guardias se divierten, yo hago mi dinero y… todos estamos muy contentos, eso es lo importante en mi casa. —
Entraron juntos en la oficina, en ese momento sonó el teléfono de Carlos, quien contestó, sabiendo de que se trataba, la persona que habló con él, le estaba hablando en puras claves en una conversación inocente:
—Diga, ajá, está bien no, no hay ningún problema... todo ya está bajo control estoy preparado, gracias te lo agradezco mi hermano, yo les digo… ya estamos listos. —
Colgó el teléfono Carlos, con una sonrisa encendió un cigarro Cáncer Filters 100´s. M.R. sacó el humo, ahora, le ordenó a Julio:
—Ya vete a la entrada Julio, está por llegar la pinche detective, no te pongas nervioso, no la cagues, se flexible con ella, me dicen que solo preguntará y se largará de mi casa. —
Cinco minutos después, un carro negro de vidrios obscuros se detuvo enfrente de la casa, inmediatamente se bajó del carro una mujer, que era de piel blanca, cabello largo castaño,
como uno setenta de estatura, del lado del chofer se bajó un hombre de piel blanca, cómo de uno ochenta de estatura, vestían los dos unas ropas de civiles.Tocaron a la puerta principal dos veces, Julio abrió la puerta saludando con mucha amabilidad a las dos personas, ellos, enseguida le mostraron sus placas de policías.
—Buenas tardes joven, yo soy Mariana Cuevas Silva… soy detective, y él, es el detective, Eduardo López Pérez, usted es… —
—Buenas tardes policías, mi nombre es Julio Garza Camacho para servirles, díganme, que los trae aquí a mi casa. ¿Algún problema oficial? —
—Estamos buscando, unas mujeres... unas mujeres desaparecidas o secuestradas. —
Dijo Mariana, mirando fijamente a la cara a Julio para ver su expresión.—Bueno, ¿que los trajo a mi casa? porque, yo soy un hombre muy ocupado… oficial. —
—Checamos algunas de las demandas, y parece ser, que la mayoría de las mujeres desaparecidas, buscaban trabajo de sirvienta, sabemos que al menos quince de ellas, pertenecían a pueblos de una a dos horas de camino. —
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NEGOCIO REDONDO VIOLENCIA, DROGAS Y SEXO EL CAMINO A LA PERDICIÓN.
General FictionCarlos Camacho es un narcotraficante, y a pesar de la fortuna que ya tiene en sus manos, no puede conseguir el amor de su amiga la maestra Elsa Prado Nava, quien trabaja dando clases para una iglesia bautista, pero, ella es una lesbiana amante total...