YO SOY VICTORIA.

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NEGOCIO REDONDO

Violencia, drogas y sexo.

El camino a la perdición.

CAPÍTULO 01

Ana estaba toda desnuda, amarrada en la mesa "a gatas", sus manos estaban bien apretadas, sentía las piernas "dormidas" de tanto estar de rodillas, sus pies estaban amarrados en esa posición totalmente inmóvil.

Sentía mucho dolor en su espalda, le punzaban los latigazos que le habían dado, aún sentía mucho ardor en la piel, sus dos blancos senos y sus pezones rosados, tocaban la mesa en la que se encontraba bien amarrada.

Sintió una mano lujuriosa recorrer sus muslos, le comenzó a masajear sus nalgas.

Tenía Ana sus piernas un poco separadas, lo que facilitaba a su torturador admirar toda su rica papayita, viendo fijamente como le colgaban sus labios vaginales, con ambas manos muy despacio le abrió las nalgas para mirarle su fundillito que era tentador.

Si, un hermoso hoyito de donde sacaría mucho placer. Al sentir Ana la mano como la tocaba con tanta lujuria su cuerpo se estremeció.

-Por... por... favor, suélteme, yo... yo... no le he hecho nada, por... por favor déjeme ir. -
Le suplicaba la chica con voz llorosa y entre cortada, con miedo siguió diciendo:
-Yo... yo solo vine por el trabajo... ya déjeme ir... a... a mí... casa. -

Sollozaba la chica con lágrimas escurriéndole por sus mejillas, el torturador le enseñó una pala de madera, que era como las que usan para remar, solo que esta era más chica.

Le gritó en tono enojado:
- ¡Esto te pasará si desobedeces en lo que se te pida! ¡Pendeja! -

Después de mostrarle la tabla.
Ana vio que el torturador caminó hacia atrás de ella, por más que quiso voltear a verlo no pudo mirarlo más, sintió miedo al saber que algo más ya venía como castigo a su desobediencia.

- ¡Señor se lo suplico! ¡Señor!... ¡Señor! ¡Por favor! ¡Se lo suplico! -

Gritaba desesperada Ana. Sintió un dolor intenso en una de sus nalgas, seguido por un eco que retumbó en el cuarto. "Pack".

- ¡Ay! ¡Ay! -

Ana Gritó tratando de zafar las manos que la sujetaban contra la mesa, pero, no pudo moverse ni un solo milímetro, solo se lastimaba más las muñecas y los tobillos, sin conseguir liberarse.

-No, no... ¡Ay! Por favor ¡No! ¡No! -

Ana gritaba desesperada, cuando sintió otro fuerte golpazo en la otra nalga, de inmediato sintió un dolor que le llegó hasta el cerebro.

- ¡Ah! ¡Ay! ¡No! ¡No!... ¡Se lo suplicó! ¡No! ¡No ya no! ¡Ay! ¡Ay! -

La chica se movía de adelante y hacia atrás buscando zafarse, lloraba y se jaloneaba, pero las fuertes ataduras no cedían, el dolor en sus nalgas se hacía más insoportable a cada segundo que pasaba.

- ¡Cállate maldita perra! ¡Ya cállate! ¡Cállate con una chingada! -
Gritó fuertemente su verdugo.
Ana temblaba de pies a cabeza mordiendo sus labios para no seguir gritando, mientras sus lágrimas de dolor se le escurrían por sus mejillas, cayendo hasta el suelo.

- ¡Este trato te mereces, puta infeliz! ¡Ya cállate! ¡Ya cállate pendeja! -

Con coraje levantó el brazo, la tabla volvió a zumbar en el aire chocando con la nalga de la joven, enrojeciéndole la piel del golpe. Soltando ella otros gritos de intenso dolor.
- ¡Ay! ¡Ay! -
- ¿Quieres algo rico? ¿Te gustaría algo excitante putita? ¿Sí? -

NEGOCIO REDONDO VIOLENCIA, DROGAS Y SEXO EL CAMINO A LA PERDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora