NEGOCIO REDONDO
Violencia, drogas y sexo.
El camino a la perdición.
CAPÍTULO 22
Ahora, su rica panochita se agarraba de algo más grueso, lo que más la llenaba de placer, a esa pequeña putita.
Yo, con mi boca le mamaba un seno, aprisionándoselo con mis labios, le lamia alrededor de su pezón con mi lengua, sintiendo Diana lo que no conseguía, al mojar sus deditos y apretar su pezón con estos.
Ese rico chocolatito de sus tetas, se lo mamaba con ganas, ella soltaba gemidos de placer, se acariciaba todo su cuerpo, con los dedos se pellizcaba desesperada el pezón de su otra teta, quería alcanzar ya su caliente orgasmo, movía su cara de derecha a izquierda gritando:
- ¡Ah! Me ¡Ah! ¡Más! ¡Ah! ¡Más! ¡Ah! ¡Me vengó! -
Calentándose la pinche zorrita al máximo, su respiración se aceleró junto con sus gemidos, sus pezones esos ricos chocolatitos se pusieron muy erectos, bien duros, sentí su panochita apretar más duro.
Hasta que Diana, estalló en un interminable y caliente orgasmo, gimiendo y quejándose la cabrona como toda una puta, al conseguir el clímax, estaba dando de caderazos buscando comer otra pulgada más de mi grueso garrote.
- ¡Ah! ¡Ah! ¡Me! ¡Vengó! ¡Ah! ¡Ah! -
Con su larga culminación, su caliente y derramada papayita, apretaba como si tuviera vida propia, mamándome la vergota, como si lo tuviera en su boquita apretaba tan rico.
En pleno éxtasis, y sin sacarle el garrote de su papayita, me enderecé, y enseguida, la jalé hacia la orilla de la cama.
Le empujé sus piernitas con mis manos, hasta que sus rodillas tocaron el colchón, sus pies le quedaron a un lado de cada una de sus orejas, tiene una flexibilidad encabronada.
Ella misma, puso sus propios codos en sus corvas, deteniéndose las piernas, para que no se levantarán del colchón, sus deditos de los pies, también ya estaban tocando el colchón, sin ningún problema para ella.
En esta posición, Diana me enseñó toda su panochita, estaba excitada, venida y bien abierta, mi garrote estaba atorado en medio de su panochita, siete pulgadas adentro del bizcochito, y solo seis de mis pulgadas todavía estaban afuera de su papayita.
Su delicioso clítoris rojizo, adornaba mi vergota junto con sus tiernos y pequeños vellitos negros de su panochita.
En esta posición, muy despacio comencé a meterle y sacarle solo siete pulgadas de mi enfurecida vergota, sin sacársela hasta afuera, para que gozara cada metida, la meneaba por completo a cada empujón.
Mi hija era como una linda muñequita de trapo, solo que esta tenía la panochita hirviendo de deseo y de mucha lujuria.
Rítmicamente le metía y le sacaba como siete pulgadas para no lastimarla, como tres minutos le tuve en esa posición picándole toda la papayita, cuando alcanzó la zorrita otro gran orgasmo.
Sí, venia otro gran orgasmo en esa panochita, con sus dos manitas fuerte apretaba el colchón, gritando la puta muy excitada al estarse viniendo otra vez.
- ¡Ah! Me coges ¡Ah! ¡Bien rico! ¡Mi panocha! ¡Me! -
Al oír tanto quejido, sentí muy caliente, la leche se comenzó a anunciar, ya venía la eyaculación, la sentí en la punta, mi rico orgasmo estaba en camino, se hinchó mi vergota lista para escupir.
Apretándome más esa estrecha panochita caliente, durante su hirviente culminación, sentía que me estrangulaba todo el garrote.
¡Que calor producía la panochita! Le hervía todo el bizcochito, miré su cuerpecito, como se seguía viniendo, sentía Diana el grosor de mi garrote, tallándola por dentro de su pequeño bizcochito, un escalofrió me recorrió toda la espalda, enseguida, saqué mi vergota.
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NEGOCIO REDONDO VIOLENCIA, DROGAS Y SEXO EL CAMINO A LA PERDICIÓN.
Ficción GeneralCarlos Camacho es un narcotraficante, y a pesar de la fortuna que ya tiene en sus manos, no puede conseguir el amor de su amiga la maestra Elsa Prado Nava, quien trabaja dando clases para una iglesia bautista, pero, ella es una lesbiana amante total...