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Él entró rápidamente y me sonrió mientras cerraba la puerta. Se acercó y me dio un besito.

—¿Qué haces acá Lean? Nos van a matar —dije recordando la vigilancia instalada por papá en los pasillos.

—Quería estar con vos —dijo haciendo puchero.

—¿No te vio nadie? —pregunte mientras él me abrazaba por la cintura.

—En realidad hice un trato con Francisco —dijo mientras me robaba otro beso.

Francisco era uno de los guardias del predio. Era un señor muy agradable, siempre se preocupaba si pasaba algo y algunas veces los cubría a los chicos en sus macanas.

—¿Qué trato? —dije ahora yo robandole un beso.

—¿Viste que es bostero? —yo asentí y el continuó -
—bueno, me dijo que si le firmaba una camiseta él me cubría.

—Fiel xeneize Francisco —dije riendo.

—Como tiene que ser.

—¿Y Angelito? —pregunte. El Fideo era otro de los pocos que sabían.

—Se quedó durmiendo, estaba re cansado del entrenamiento de hoy, tu papá nos mato.

—Pobrecito, papá se extendió hoy... ¿Y los chocolates de donde los sacaste? —pregunté curiosa, cambiando de tema.

—Se los pedí a Antonia, le conté que quería tener este gestito con vos y ella se copo —respondió mientras se separaba y me los daba.

—¿Sabe de nosotros entonces? —dije sonriendo mientras agarraba los chocolates.

—Sabe que me gustas, pero no que estamos... en algo —dijo dudando.

—Así que... ¿estamos en algo? —pregunte picara mientras lo abrazaba del cuello.

—Se podría decir que si ya ¿no? —dijo dándome un beso entre sonrisitas. Dios mio, este hombre me puede en todos los sentidos.

—Supongo que si —dije riendo.

Nos acercamos a la cama y nos acostamos. Yo estaba semi apoyada en el respaldo y el tenia su cabeza apoyada en mi abdomen, mientras le hacía mimos en el pelo. Estábamos mirando la serie, le tuve que explicar un par de cosas para que entienda un poco más y se engancho.

—Toma —dije estirando la mano a la mesita de luz. El levantó la cabeza y me miró, yo agarre los chocolates y le di uno.

—Eran para vos Aldi —me dijo.

—Los quiero compartir con vos Lean, dale, agarra o me enojo —dije agarrandole la mano y dejándole el chocolate.

Él nego riendo y se acomodo a la par mía, apoyándose en la cabecera de la cama. Ambos empezábamos a comer el chocolate y seguir mirando la serie.

Cuando Lean se canso, apagamos la tele y nos acostamos bien para poder dormir. Él me agarro de la cintura y se acercó a mí, terminamos haciendo cucharita y cuando estaba por ganarme el sueño lo escuché hablar en un susurro.

—Te quiero Aldana.

...


Salí del baño y vi como Lean se estiraba en la cama. Estaba en cuero y se le veían todos sus tatuajes, estaba con carita de dormido y sus ojitos aún cerrados.

—Buen día morochito —dije mientras me acercaba a la cama y me tiraba arriba de él.

—Buen día hermosa —dijo con voz ronca abrazándome y dando vueltas en la cama —¿Qué hora es? Tengo que irme antes de que se despierten los pibes —agregó mientras escondía su cabeza en mi cuello.

—Son las siete y cuarto —respondí dándole un besito en su pelo.

Después de un rato de fiaca, Lean se levantó, se cambió y se fue a su habitacion a preparar las cosas para salir del predio hoy.

Por mi parte me bañe y cambie, para luego preparar mi mochila con ropa y cosas que iba a necesitar durante el fin de semana. Cuando termine agarre todo y baje a desayunar.

—Buen dia amorcitos mios, muakis muakis —dije llegando a la mesa donde estaban los chicos y tirando besitos al aire, aun papá no estaba presente asi que íbamos a poder hablar tranquilos un rato.

—Buen día renacuajo, ¿a que se debe tanta felicidad? —dijo el Cuti.

—A nada, solo estoy de buen humor —conteste con una sonrisa mientras me sentaba. Lean me miró y sonrió.

—Che chicos, ¿el domingo nos juntamos? Con el Papu dijimos de hacer un asadito y pasar el día juntos, seria en mi casa —propuso Otamendi.

—Ay si, de una —respondí.

Todos los chicos dijeron que si, Ota nos comentó que había piscina, asique que llevemos para meternos y que nos ocupemos del escabio que el se ocupaba de la comida con el Papu. También nos dijo que invito a Gio Lo Celso, al Kun y a el Tucu Correa.

Entro papá a la cocina y nos quedamos callados, todavia seguía en modo vigilante así que no queríamos hacerlo enojar más.

Cuando terminamos de desayunar cada uno empezó a emprender viaje a su casa. Yo me quede esperando a papá en recepción, ya que había ido a buscar unos papeles a su oficina.

—Vamos —dijo cuando llego al lado mío.

Agarre mi mochila y empecé a caminar atrás de él. Nos subimos al auto y arrancamos camino a casa. Papá no me hablaba y empezaba a desesperarme, su silencio mostraba su enojo y ya habían pasado muchos días sin hablar con él, lo extrañaba.

—Pa —lo llame.

—¿Qué?

—Perdón... —murmure —Se que estuvo mal atarte y amordazarte. Te pido perdón, no va a volver a pasar, con los chicos solo queríamos matar el aburrimiento.

El suspiro y me miro un microsegundo para después volver su vista al frente.

—La próxima, en vez de atarme, unanme al equipo por lo menos, y a Pablito también —dijo con una leve sonrisa.

Aflojó de una vez por todas y empezamos a reírnos de la situacion, llegamos a casa y ese sábado lo pasamos juntos, solo nosotros, padre e hija.

Salimos a almorzar y luego volvimos para poder ver películas toda la tarde, a la noche pedimos pizza y helado y charlamos todo lo que no pudimos esta semana.

Después de terminar la cena, nos saludamos y cada uno se fue a su habitacion para dormir.

Después de terminar la cena, nos saludamos y cada uno se fue a su habitacion para dormir

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*Video haciendole zoom a Scaloni*

VEINTISÉIS +1 // LA SCALONETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora