Cuando terminamos de bañarnos nos dirigimos a nuestras habitaciones. Julian y yo entramos a la nuestra, estaba hecha un desastre.
—Hay que limpiar pajero —dijo la Araña.
—Si ya se, una re paja igual —respondí y reímos.
—¿Y si la traemos a Aldana para que nos ayude? Viste que ella es de virgo, le gusta el orden —dijo.
—Yendo a buscarla —respondí y me dirigí al cuarto vecino. Golpeé pero no abría nadie, entonces entre, la puerta estaba abierta pero no había nadie en el cuarto, salí y baje, suponiendo que no esta en su cuarto tiene que estar abajo, busque por todos lado y nada, salí afuera del edificio y busque por las canchas y tampoco, empezaba a desesperarme. Volví de nuevo al cuarto.
—No la encuentro, la busque por todos lados pero no está.
—¿Cómo que no está? —me miró.
—No, no esta, en el cuarto no está, en la cocina tampoco, sala de juegos menos, busque por todos lados, hasta en las canchas y nada —solté.
—¿Le preguntaste a los chicos? —preguntó y negué.
Ambos salimos de él cuarto y empezamos a golpear todas las puertas, ninguno sabía nada. Julian le mando mensajes y la llamo pero no contestaba. Ya estábamos todos medios alterados.
—Bueno esperen, vamos a dividirnos en grupitos y vamos a revisar todo otra vez —hablo el Capitán.
—Yo la voy a seguir llamando —dijo Juli.
Nos separamos en grupos, Julian y yo empezamos a revisar lugares y mientras tanto él la llamaba, yo arme un grupo de WhatsApp para estar comunicados entre todos a ver si alguno sabía algo o la encontraba, el predio era grande y capaz se había perdido o algo.
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Dimos vuelta toda la AFA, literal, todo estaba desordenado, los cuartos eran un quilombo, la cocina tenía todas las sillas tiradas, el gimnasio tambien, los sillones de recepción estaban todos desordenados y los almohadones en el piso.
Nos encontramos todos en la entrada y estábamos todos agitados. Faltaba un lugar por revisar una vez más y eran las canchas, las tribunas y los depositos de pelotas y demás cosas.
—Faltan las canchas, después esta todo revisado —hablo Mac Allister.
—Me quede sin batería, alguno la puede llamar otra vez —dijo la Araña mientras revisaba su celular nuevamente.
—Ahí pruebo yo, mientras tanto vamos a las canchas —respondí.
Empezamos todos a correr para ese lado, llegamos y empezamos a revolver todo. Yo tenía el celular en la oreja mientras corría, hasta que siento que contestan y hablan.
