Marineford

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La libertad era algo simple.

Era algo que un pirata podía manejar, podía tener, y desear. Un marine, no tiene esa libertad.

Por eso, Garp esperaba que Luffy sacara a Ace de este lugar de mierda. Ace era su nieto, uno de sus niños, como lo es Luffy y como lo fue Sabo. (No negara que, mira la noche y piensa, que tal vez lo hubiera salvado, si hubiera estado allí)

Sabía esa condición de Luffy, esas pesadillas, ese temor de no salvar a las personas que le importaban.

Pero también conoció el lado más peligroso, y sabía que la marina estaba cometiendo un grave error.

Barbablanca y sus aliados. Luffy y sus aliados, porque ese niño no podía llegar a un lugar sin tener a alguien que se encariñe con él, entonces, Marineford sería un caos.

Hay un 2% de posibilidad para la marina de ganar, y un 98% de que los piratas salgan victoriosos, y sinceramente, esperaba que los piratas salieran victoriosos.

Ya que la victoria de la marina consistía en matar a Ace, y Garp no soportaría ver a su nieto morir.

Miro el amplio lugar frente a él, solo faltaban cuatro horas para que sucediera el principio del fin.

—0—




Sus piernas tambaleantes subieron por las escaleras de la plataforma. Las cadenas apretaron sus manos y la debilidad persistía en su cuerpo magullado. Al llegar, lo empujaron sobre sus rodillas, y gruñó de enojo ante el trato.

Cadenas encajaron en sus esposas de pierda marina, y lo hicieron ver todo el campo de batalla.

No había nadie, solo las marina en su posición para contraatacar. Y eso es lo que menos esperaba, que vinieran a salvarlo.

El viejo había dicho que Luffy llegaría, y solo podía rezar a algún tipo de Dios que eso no sucediera. Su ahora autoproclamado padre tampoco podía venir.

No lo conocían lo suficiente, no conocieron nada de él, realmente. Así que no tienen nada que hacer aquí, no tienen porque luchar por él, por el hijo de un demonio con sangre maliciosa.

Bajo su cabeza, sintiéndose peor que una mierda. Sus recuerdos de él y Luffy, sus recuerdos de la calidez de él y esas personas que logró considerar familia.

¿Cómo pudo dejarse atrapar tan fácil? ¿Cómo pudo ese hombre traicionar a su familia? No le cabía en la cabeza, sinceramente.

Tal vez fue porque se confió, tal vez fue porque Teach había escuchado que era el hijo de ese demonio. Tal vez porque Teach quería ganar un puesto en el Shichibukai entregándolo a él, a la marina, mientras comía esa fruta de mierda.

Levanto la cabeza, viendo el cielo oscurecerse ligeramente. A su lado, sintió la presencia de Sengoku, que lo miraba con tranquilidad. Sólo faltaban dos horas para que comenzará la ejecución.

Para que su corazón dejara de latir, dejara de mantenerlo con vida y desfallezca en el aire. Para que la muerte se siente a su lado y vea el campo de batalla junto a él.

Suspiro, la fatiga apoderándose de su ser.

—Hoy morirás, Gol D. Ace—Murmuró Sengoku a su lado—Tal vez venga Shirohige, o tal vez no. Y eso no asegura que te salven de esta—

¡Big brother!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora