Robin

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Arabasta, nueva nakama, isla del cielo, unos meses llenos de aventuras. Ahora iban a Water seven, un lugar donde sería la angustia de Luffy y su tripulación.

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—Hola, Robin—Saludo el capitán sentándose a su lado.

La mujer al principio fue un misterio, apareciendo en su barco pidiendo que el capitán pagara por lo que hizo.

Que pagará por obligarla a dejar su destinada muerte.

Luffy la acepto con gusto en su barco, ¡Siempre se hacia responsable de sus actos!

—Hola, capitán-san, ¿Qué se le ofrece?—La mujer respondió don amabilidad.

Había estado unos meses con los mugiwaras, quienes al principio desconfiaban de ella y sus intenciones, pero con una sola afirmación el amable hombre frente a ella ellos se calmaron. Ahora la trataban como una más, una nakama más.

Algo que era imposible. Si ellos seguían con ella no sobrevivirían.

Los meses que estuvo con ellos, con su capitán, se sintió humana y no un demonio que mataba despiadadamente. Su capitán la llevó a aventuras con ellos sin rechistar, sin tener en cuenta que en su hoja de vida decía que era una asesina, y que a la edad de 8 años obtuvo su recompensa. (Por algo que no hizo, y Luffy lo sabía, Luffy sabía hasta el movimiento más insignificante)

—¡Robin, ¿quieres contarme una de tus historias?!—Dijo con emoción, moviendo sus pies de arriba a bajo, y Robin le dio una diminuta sonrisa, algo que nunca se permitió mostrar.

(Todas sus sonrisas eran falsas, desde el incidente de Ohara, no había porqué sonreír)

—Claro, capitán. ¿Qué te gustaría esta vez?—Pregunto con la tranquilidad adornando sus rasgos. Luffy la miro significativamente y sonrió en grande.

—¡Quiero escuchar cualquier cosa que me leas, Robin!—

Robin quería saber porque Luffy era así. Era un niño que sonreía para los demás, daba su amor sin pensar, una vez te acostumbras a su amor, no puedes salir de ahí. Es como un droga, algo adictivo. Se vuelve costumbre y si quieres alejarte, caerás nuevamente, una, dos, tres veces y te darás cuenta que ya es tarde para salir.

Los mugiwaras estaban contentos con esa droga, eran medicados cada día y no querían salir de ahí, no había porqué.

Pero Robin sabía que ella tenía que alejarse de esa droga antes de que le haga daño, no podía hacerle daño a este niño que reía a la par del sol. No podía perjudicarlo, era el sol de la tripulación, era su capitán, su familia, la persona que le dio una razón de vivir y Robin se sentiría peor que una mierda a perjudicar a este hombre.

Lo que no sabía es que perjudicaba al capitán si se alejaba, porque para Luffy ella era familia, y familia significaba que le pertenecía. Un tesoro de un pirata de corazón grande.

—Esta bien, capitán—Sonrió de lado. Puede que se haya acostumbrado, puede que salga herida de esta al alejarse, pero por ahora, se iba permitir disfrutar aunque sea un poco. 


Los mugiwara veían las interacciones de su capitán con su nueva nakama, y sabían que ella estaba aquí para quedarse, y si no se quedaba, irían detrás de ella, porque Luffy la necesitaba, Luffy la quería como su familia, y ellos darían todo por ver sonreír a su sol.

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Llegaron a Water Seven, perdieron 200, 000, 000 de berries, el Merry Go no podría navegar más, Usopp fue golpeado por la familia Franky, pelearon con la familia Franky, volvieron al barco, Robin despareció y ahora estaba esperando a que Usopp despertara.

¡Big brother!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora