Cuentos de Terror para leer en la OSCURIDAD [TERMINADO]

#32 Los Retratos

Este cazador se encontraba en medio de la gran selva Amazónica acompañado de su fiel escopeta morocha. Apesar de tantos años en esta profesión, el hombre no era del todo inteligente porque hubo una noche en la que se perdió. 

Estuvo caminando horas y horas en la fría y húmeda noche de la selva. No aguantaba la ansiedad y el hambre lo empezaron a atormentar. 

Sin embargo, luego de varios minutos caminando, encontró una pequeña cabaña. Al principio, temió ir hacia allá y toparse con personas desconocidas que le podrían hacer daño. Pero el riesgo de pasar la noche en dicha selva tan peligrosa le obligó a entrar y enfrentar a aquello peligroso que pueda estar habitando ahí. 

Cuando entró, revisó todo el lugar. La refrigeradora estaba vacía. Todo estaba desordenado. Prendió la única lámpara que se encontraba en la sala y se dispuso a mirar un par de revistas de mujeres desnudas que había en el sofá.  

Cuando este hombre estaba ya satisfecho decidió ir a dormir en la habitación. Tendió la cama que estaba muy desordenada y trató de dormir. Sin embargo, a la hora de echarse a la cama y tratar de dormir, notó que en las paredes habían varios retratos. 

No eran cualquier tipo de retratos. Estos eran muy aterradores. Tenían rostros deformes como si fueran caras hechas como en garabatos. Uno nunca sabe como es el arte a veces. 

Lo más perturbador de todo era que el hombre notó como todos los rostros de aquel cuarto parecía que lo estaban observando. Esto le dificultó mucho dormir pero después de un rato de cerrar tanto tiempo los ojos logró conciliar el sueño.

Cuando el sol apareció y los animales empezaron a hacer dichos sonidos característicos de la naturaleza, el hombre despertó y se alistó para poder irse. Le sorprendió que nadie haya llegado a dormir a esa casa pues era bastante linda y acogible. 

Sin embargo, notó algo que lo sorprendió aún más. Resulta que cuando miró hacia las paredes para contemplar de nuevo dichas obras de arte completamente horribles se dió cuenta que ya no estaban ahí. 

De hecho, lo único que había en ese cuarto eran ventanas. 

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Te deseo, dulces sueños.