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Ao'nung contaba hacía atrás y lo más lento que podía desde el 1 al millón.
Fue cosa de Dios, tal vez. Pero la intervención de otro chico moreno fue la suficiente como para que soltara a ese chico delgado y tan jodidamente molesto, con el que llevaba tres choques ya.
Tenía ganas de matar a golpes a alguien desde temprano en la mañana, y el cara de muñeca se ofrecía a ser esa persona, al parecer.
Porque era malditamente imposible, el que chocará con el mismo tres putas veces.
Mientras intentaba respirar hondo y calmarse, veía como se lo llevaba el otro moreno, y notaba con un poco de satisfacción para sus ojos que, en realidad, si parecía haberlo intimidado. Puesto que el chico del gorrito marrón temblaba hasta que desapareció de la cafetería.
Miró a todo el club de arquería con odio retenido, y ellos no se hicieron de rogar tampoco, devolviendo la mirada.
── Ao'nung ── le llamó Rotxo por una vez más, agarrandole de la ropa en la espalda intentándolo sentar y calmar. No le hizo caso en lo absoluto y siguió divisando a su alrededor, empezando a tener la mente fría y buscando entender algo.
Era imposible, que el chico chocará con él otra vez. Se repitió. Por lo que debía de haber algo u alguien empujandolo por ahí.
Pudo alcanzar a ver un par de sonrisas cómplices y bastante burlonas, provenientes de una mesa con grupos mixto.
Esos dos eran del maldito club de arquería, también.
Apostaba cualquier jodida cosa a que ellos fueron los que empujaron o hicieron caer al chico ese, con el que no se dejaba de topar.
Tenía toda la intención del mundo de acercarse a ellos "amigablemente", para darles una bonita y preciosa paliza. Pero no pudo.
── oye tú ── se le llamó a la atención, antes de que notará como ese moreno que antes le sacó al otro de entre las manos se acercaba, ofreciéndole un buen empujón que le hizo dar algunos pasos hacía atrás. Todo su equipo se tenso al instante tratando de intervenir, mientras que ahora el grupo que se levantaba era el de baloncesto ── si vuelves a tocar a mi hermano estas muerto ── advirtió este con un enojo tan fuerte como el de él, haciéndole tensar la mandíbula y acercarse a él, con una sola cosa en su mente fogosa nada más.
Pelear
Decir que se fueron a los golpes nada más era... bastante poco, ya que se puso literalmente a toda la cafetería patas para arriba en una guerra que dejaría a muchos sin su comida del día, y a otros con un moretón o dos.
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Después de Ti
Fanfiction- ¿alguna vez te haz preguntado que diferencia la alegría de la felicidad? - preguntó aquella vez. siendo curioso, apasionado y único, como siempre lo sabía ser. - no realmente - murmuró, admirandolo como la más preciosa joya o la mejor bendición...