- ¿alguna vez te haz preguntado que diferencia la alegría de la felicidad? - preguntó aquella vez. siendo curioso, apasionado y único, como siempre lo sabía ser.
- no realmente - murmuró, admirandolo como la más preciosa joya o la mejor bendición...
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Neteyam se mantenía sentado, recto y tenso en su sitio, sonriendo entre labios con los nervios de punta.
El fin de semana ya había llegado, por lo que decidió ir hasta la casa de Ao'nung (al estar de paso por su vecindario), para saludar a Reya mientras acompañaba a Lo'ak que iba a ir por ella... y así ir él a ver a su novio, antes de que empezará el tratamiento ese que lo traía todo ansioso y nervioso.
Su plan era ir a verlo temprano y sorprenderle con su visita, pero quien terminó sorprendido fue él.
Apenas entraron Lo'ak y él a la gran casa donde vivían los otros dos, fueron recibidos por una señora con ropa formal y muy elegante, que se le parecía demasiado a Tsireya y Ao'nung.
Está los había mirado de arriba a abajo con ojos filosos, poniéndolo todo nervioso a él, mientras que a Lo'ak... bueno.
Lo'ak era Lo'ak, el sólo le devolvió a la señora la mirada firme y filosa.
── no hacemos caridad ── pronunció la señora con tono bastante frío y orgulloso, disponiéndose a cerrar la puerta en sus caras.
¿Como que caridad?
── ¡No no no!, ¡madre! ── escucho gritar a Reya desde dentro, antes de verla salir apresurada y verles a ambos con nervios, soltando una sonrisita a Lo'ak ── son amigos ── le comentó a aquella mujer con rapidez, acercándose a su hermanito para luego tirarle del brazo, llevándoselo lejos de la mansión y dejándolo a él con la señora, cosa que le puso pálido ── ¡Ao'nung esta adentro! ── le gritó esta antes de desaparecer con velocidad, llevándose por completo a Lo'ak.
Agarró firmemente los agarres de su mochila, sintiendo que se le cortaba el aire en presencia de esa señora.
Le miró bastante tímido y dudoso, retrocediendo un poco nada más al notar como esta le devolvía miradas filosas.
Tenía miedo de preguntar hasta si podía pasar.
── ...a la cocina ── pronunció de forma cortante, dejándole el paso y entrando por completo a la vivienda.
La siguió después de aquello, dejándose llevar hasta la cocina por esta y mirando al suelo con temor.
¿Porque era tan intimidante?, nisiquiera el señor Tonowari al ser tan alto y fuerte era tan jodidamente intimidante como ella.
── Toma asiento ── señaló esta de forma Cortés, pero sin alejar el tono frío.
Neteyam hacía lo que decía más por terror que por otra cosa.
