•○𓇬 actitud de niño 𓇬○•

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Neteyam observaba con algo de inquietud, al chico frente a él

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Neteyam observaba con algo de inquietud, al chico frente a él.

Después de ser prácticamente,  rescatado, de un perro en los pasillos, había seguido a Ao'nung, con las únicas intenciones de corregirle en su forma de llamarle y para asegurarse de que el perrito estaría bien, donde sea que este lo dejará.

Luego, se había decidido por seguir con lo que hacía en el momento antes de que el perro intentará saltarle encima, siendo aquello, estudiar, sólo.

Entonces, se preguntaba con confusión y nervios desde que entró a un salón vacío y se sentó...

¿Porque este lo había seguido?

Ciertamente se habían quedado conversando por el camino hasta el salón, Pero eso no significaba que lo quisiera cerca suya o interrumpiendo su tiempo libre, que debía de aprovechar en ponerse al día.

── oye... ¿no piensas ir a almorzar? ── preguntó con inquietud, notando como este se había acomodado en frente de él en una silla, llevándose las manos a los bolsillos y mirando al techo con una sonrisa bastante tonta... pero adorable, a su parecer.

── lo haré después ── fue su respuesta inmediata, haciéndole callar ── ¿tu no piensas almorzar? ── preguntó devuelta después, haciendo que se pusiera nervioso y acomodara un poco su gorro, avergonzado.

── no ── respondió con levedad, empezando a rebuscar en su mochila sus bolígrafos preferidos para empezar a escribir.

── ¿Porque no? ── continuó, apoyándose en su escritorio y haciéndole resoplar, inquieto.

── porque no puedo ── volvió a responder, tratando de leer con los ojos entrecerrados los libros, incómodo.

── ¿y porque no puedes? ── Neteyam tomó aire con profundidad, manteniendo la calma ante sus preguntas tan infantiles.

── tengo que estudiar, pez ── le comentó, antes de que este apoyara los brazos cruzados sobre su escritorio, haciéndole rodar los ojos y sonreír por como le empezó a mirar ── ¿puedes moverte? ── le pidió con amabilidad, antes de empujarlo por la frente con la parte trasera de su bolígrafo suavemente, recibiendo un quejido.

Actuaba como un animalito o un niñito...

Paso un rato en que este tan solo se apoyo contra el respaldo de su asiento y ahí se quedó, dándole espacio para empezar a copiar, y regalandole silenció. Por dos minutos.

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