Capítulo 2

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  Cuando el rubio llegó a su casa, no se sorprendió al ver a su madre dormida en el sofá con la ropa del trabajo puesta. Cogió una manta y la tapó con sumo cuidado para no despertarla. Tampoco era ninguna novedad que su hermano no estuviese en casa, aunque eso era un alivio en realidad. Él era adoptado y su hermano, en el momento en que se convirtió en eso, nunca lo quiso. Pues pensó que le estaba robando a su madre.

Su madre biológica no fue una buena madre, aunque tampoco le hizo nada malo. Ella se quedó embarazada muy joven. Siempre le dijo que había sido un error el haberlo traído al mundo, mas nunca le puso una mano encima. A su madre le gustaba mucho ir a fiestas y salir con sus amigas, en las que muchas veces volvía a casa muy tomada. El pequeño Jimin tenía que ayudarla a llegar a la cama porque no se tenía en pie. La mujer que lo adoptó era vecina suya. Esa señora veía el comportamiento de su madre cada día, por lo que no dudó en ofrecerle la adopción. Siempre pensó que su madre se negaría, pero el pequeño pecó de ingenuo. Vio a su madre feliz por primera vez cuando escuchó la propuesta. Cuando se dio cuenta de que en la despedida fue el único que sufrió, comprendió que nunca lo había querido.

Pasaron unos meses hasta que pudo acostumbrarse a su nueva familia, pero el hecho de seguir viendo a su madre todos los días, no le hacía demasiado bien. Esa fue la razón por la que Yuna, su nueva madre, decidió mudarse. A su hermano, Taemin, eso no le hizo mucha gracia, ya que no volvería a ver a sus amigos y cambiaría de escuela, pues Yuna pensó que lo mejor era estar lo más lejos de esa mujer.

La relación con Yuna siempre fue buena, aunque nunca le dijo mamá. Sabía que si lo hacía, Taemin se molestaría y su poca relación sería mucho peor. Tampoco salía de él, porque sabía que no era su verdadera madre. Y aunque se hubiera ganado ese título el mismo día que lo sacó de esa vida, nunca fue capaz de hacerlo. Yuna era una persona maravillosa. Hacía todo por y para sus hijos, por lo que tampoco insistió en que lo hiciera. Ella sabía que, aunque no fuese de su sangre, él era su hijo y con eso le bastaba.

La mujer despertó al escuchar ruido en la cocina y fue a ver de quién se trataba. No pudo evitar sonreír al ver como Jimin metía un vaso en el microondas con extremos cuidado para no hacer ruido, habiendo fallado estrepitosamente al dejar caer una cuchara en el fregadero sin querer.


–¿Qué se supone que haces?

–Perdón, no quería despertarte...

–Tenía que hacerlo de todos modos. Mañana no podré ir a trabajar si duermo toda la noche en el sofá –Sonrió– ¿Me calientas un vaso de leche a mi?

–¿Un día duro?

–Un accidente de tráfico, tres niños se han caído por culpa de la nieve y como diez resfriados...

–Lo normal en estas fechas. No sé de que te quejas –Bromeó– Aquí tienes, preciosa –Le pasó el vaso de leche que en un principio era para él–

–Gracias cariño. ¿Has visto a tu hermano?

–Acabo de llegar, pero seguro que ha de estar en alguna fiesta...

–No. Me dijo que había quedado para estudiar.

–Claro. Porque eso es lo que hacen los jóvenes un viernes a las diez de la noche –Cogió su leche y se sentó junto a su madre en la mesa que tenían en la cocina–

–Jimin... Sabes que no me gusta que hables así de tu hermano...

–Lo siento, Yuna... Pero creo que se está aprovechando de ti. Eres demasiado buena. Deberías ponerle unos límites. No es sano matarte a trabajar para pagarle la carrera y que te lo pague de esa manera...

Estaba escrito... ººKOOKMINººDonde viven las historias. Descúbrelo ahora