Capítulo 5. Julien IV

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El hombre era alto, vestía una camisa negra y un par de pantalones perfectamente planchados. Tenía las manos dentro de los bolsillos y las piernas estiradas y cruzadas holgadamente frente a él. El cabello le caía sobre sus hombros. Si alguien encontraba su mirada, dos sonrisas se acumulaban en sus ojos, como una transmisión gratuita e indiscriminada.

Lang Qiao jamás había visto en su vida a un hombre que fuera voluntariamente a la entrada de una Oficina de Seguridad Pública con una actitud tan coqueta. —Oficial Tao, ¿es amigo suyo?

Los dientes de Tao Ran parecían doler.

Lang Qiao era muy perspicaz e inmediatamente notó que había algo mal con el ambiente y curiosamente preguntó. —¿Qué sucede?

Tao Ran iba a acercarse y hablar cuando Luo Wenzhou, quien había estado en silencio hasta ahora, lo alcanzó y agarró su codo. Alzó la barbilla hacia el recién llegado. —Fei Du, ¿qué estás haciendo aquí?

Fei Du enderezó sus piernas y alzó sus párpados para ver a Luo Wenzhou. —Oh, lo siento. No sabía que este lugar tenía tu nombre en él.

Luo Wenzhou entrecerró los ojos con su cara en blanco. Fei Du lo observó con una sonrisa. Lang Qiao, que no tenía idea de lo que sucedía, sintió una intensa energía asesina.

Después de un momento, Fei Du sonrió burlonamente y desvió la mirada. Girándose hacia Tao Ran, le dijo, —Tao Ran, entra al auto. Si me quedo por más tiempo, el Capitán Luo me hará un comparendo.

Tao Ran no tuvo la oportunidad de responder antes de que Luo Wenzhou lo interrumpiera fríamente. —¿Acaso dije que habíamos terminado de trabajar? Ustedes dos vuelven conmigo a la Oficina Municipal ahora mismo. Debemos reportarle nuestro progreso al Director Zhang lo más pronto posible y realizar una conferencia sobre los hechos del caso.

—...

—¿No acabas de decir que lo hablaríamos mañana?

Fei Du suspiró perezosamente. —La menopausia de un jefe realmente es una de las calamidades del mundo. ¿Qué tal esto? Tao-ge y esta hermosa oficial, pueden ir en mi auto. Los llevaré a la Oficina de la ciudad. Han tenido un largo día, bien podrían tener un buen viaje y estirar un poco las piernas.

—¿Te molestan los autos que no son espaciosos? Presidente Fei, le aconsejo que no viaje en transporte policial. Le garantizo que no podrá siquiera estirar los brazos.

—Gracias por el consejo, señor. Tao Ran, hice una reservación en un restaurante de comida Occidental cerca de la oficina. Incluso si tienen que trabajar horas extras, tienen que comer primero, ¿verdad?

—Los servidores públicos no comen. El asesino no ha sido capturado. ¿Cómo podríamos comer?

Lang Qiao aún no sabía a quién había ofendido.

Tao Ran, quien había sido incapaz de pronunciar una palabra, finalmente no pudo soportarlo. —¡Suficiente! ¿Ya terminaron los dos?

Luo Wenzhou sonrió sombríamente y giró para irse. —Vamos Lang-ojos grandes, ¿qué estás viendo? Si quieres ver chicos guapos, puedes irte a casa y hacerlo en tu tiempo libre. ¡No pierdas el tiempo en el trabajo!

Fei Du chasqueó la lengua. —Hermosa, ¿por qué no consideras trabajar para mi compañía?— Fei Du inclinó la cabeza hacia Lang Qiao mostrando su faceta de presidente dominante. —Es un desperdicio que seas policía. Te pagaré cinco veces lo que ganas ahora.

Tao Ran lo volteó a ver. —¡Tú también, para!

Fei Du lo miró directamente y asintió de una manera excesivamente "obediente", pero por supuesto, lanzó otro ataque. —Está bien. Por tu bien.

Los dos gatitos de LuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora