Los dos gatitos de Luo

Capítulo 26. Julien XXV

Con cuarenta y cinco segundos restantes, todo el Pabellón del Cielo se congeló súbitamente. Luego, bajo las miradas inexpresivas de todos, una fotografía de un joven se extendió sobre él.

Tenía unos 18 o 19 años, de apariencia ordinaria, un poco intimidante, su postura enfrentaba la cámara con cautela, pero aún así, estaba sonriendo ampliamente, mostrando todos sus dientes.

La mirada de la mujer en la azotea se encontró con la radiante fotografía. Se detuvo; estaba balanceándose sobre la barandilla con un pie adentro y el otro afuera mientras las "alas" en su espalda ondeaban con el viento nocturno.

Lo que la mujer vio, todas las personas que se reunían en la plaza central también lo vieron. Luo Wenzhou acababa de revisar un edificio y se disponía a salir de él cuando levantó la mirada y vio el cambio afuera. Se tropezó, casi rodando por los escalones de la entrada.

Un oficial que estaba junto a él tomó aire bruscamente. —Capitán Luo, los derechos de transmisión debieron haber sido comprados. ¿Pueden cambiarlo así como así? Eso... ¡Eso significa otro automóvil destrozado!

—¡Deja de decir tonterías!— Los pasos de Luo Wenzhou no se detuvieron. Tomó la radio. —Grupo 1, respondan. ¿Han encontrado el auto? Revisen cada intersección. Si el conductor aparece, capturenlo de inmediato. Denle la marca, el modelo y las placas a Fei Du y hagan que lo muestre en pantalla; motiven a las personas a reportar.

Al mismo tiempo, en la sala de control del Edificio Centro de Comercio, una multitud de empleados estaban tan ocupados que sus pies no tocaban el suelo.

—¿La videograbadora está encendida?

—¿En dónde está el procesador de video?

—Luces, luces. luces... ¡Cuidado con ese cable!

En medio del ruido, Fei Du resistía el impulso de moverse con frustración por todo el lugar, obligándose a sí mismo a permanecer inmóvil en una esquina.

Su zapato de cuero, el cual se había manchado en algún punto, golpeaba ligeramente el suelo, como si el mundo entero tuviera una melodía en un tempo de 4/4 que podía usar en cualquier momento para alejarse de los sonidos que lo rodeaban.

De repente, las luces frente a él se encendieron y Fei Du levantó la mirada.

—¡Presidente Fei! ¡El equipo ya está listo!

La mujer en la azotea miró ávidamente al joven en la fotografía por mucho tiempo.

Honestamente, era algo extraño. Su rostro era claramente ordinario; nadie lo vería dos veces en la calle, pero en sus ojos, era inexplicablemente adorable.

Su estúpida barbilla cuadrada era adorable, sus ojos estaban un poco separados, sus cejas dispersas eran adorables, incluso sus dos dientes frontales con un espacio en el medio eran adorables. Podría verlo por diez mil años y no sería suficiente.

Desafortunadamente no podía.

Tan pronto como apareció ese pensamiento, sus recuerdos surgieron como una marea, lenta pero inexorable, el brillo en sus ojos como un obstinado arrecife que se sumerge gradualmente.

Levantó la cabeza, limpió sus ojos y recordó. Zhongyi se había ido.

Apretó los dientes, preparándose para cruzar la otra pierna, esperando poder reunirse nuevamente con él.

En ese momento, la imagen en el Pabellón del Cielo se disolvió y un video fue insertado.

El apresurado montaje era una sólida pared blanca; algunas luces la iluminaban desde varios ángulos, tan brillantes que eran deslumbrantes. Un hombre joven que usaba una camisa negra apareció en el centro de la pantalla. Probablemente debido a que el equipo había sido instalado apresuradamente, parecía que el radio de cobertura no estaba bien; estaba estirado de una manera antinatural.