Capítulo 48. Humbert Humbert XV

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Chenchen se había despertado con el frío piso. Al principio no entendía lo que había pasado. Solo recordaba haber ido a la casa de una joven jiejie de la clase de fotografía; su casa quedaba bastante cerca, justo a la vuelta de la esquina del parque. Aunque lucía bastante pobre, seguía viéndose ordenado.

El teléfono no parecía servir; la señal siempre estaba mala. La joven jiejie había jurado que solo necesitaba tirar un poco del cable y se arreglaría, y también le había traído una bebida fría.

Con el sorbete en la boca, Chenchen había bebido del jugo de mango y pensó que tal vez estaba siendo una molestia. Estaba sopesando si debería decir "es mejor que regrese a la escuela", cuando sintió como si la hubieran arrancado de su cuerpo, perdiendo el control de sus extremidades. Se resistió un par de veces, y luego de eso, no supo nada más.

La trenza de Chenchen se había deshecho, estaba cubierta de polvo y sus miembros estaban atados. Debió haber sido arrastrada violentamente sobre el suelo porque toda la piel expuesta había sido rasguñada y dolía mucho. La cinta adhesiva sobre sus labios tenía un sabor a plástico. Se encogió con dificultad, tratando desesperadamente de esconderse. ¡Su Luozhan estaba a unos pasos de ella, viéndola altivamente!

Su Luozhan tenía la cabeza inclinada; un largo mechón de cabello caía sobre su sien. Estiró uno de sus largos dedos y lo retorció junto a su mejilla. Sus ojos eran tan fríos como los de un animal de sangre fría.

Luego frunció los labios y le sonrió burlonamente a Chenchen. —Realmente eres despreciable.

Chenchen tembló violentamente.

—Lo que más desprecio es a los aduladores ignorantes de tu tipo. Todas ustedes son unas zorras manipuladoras. A tu edad, dependiendo de berrinches, siempre necesitando a alguien que te lleve a todas partes, consiguiendo todo lo que quieras. Ante cualquier cosa, actúas como una pequeña niñita, como si todo el mundo tuviera que girar a tu alrededor.— Mientras hablaba, Su Luozhan sacó un cuchillo curvo y grande del armario de zapatos junto a la puerta. La herramienta de metal era un poco demasiado pesada para sus delgadas manos; el cuchillo rayó la superficie del viejo armario de madera con un crujido.

Chenchen luchó desesperadamente. Su boca estaba sellada; producía pequeños sonidos lamentables como de un animal pequeño, su rostro poniéndose rojo por el esfuerzo mientras luchaba por liberarse de sus ataduras.

—¡Si él no viene, puedo hacerlo sola!

Su Luozhan explotó en un arrebato, alzando el cuchillo y abalanzándose sobre Chenchen.

Bajo ese extremo terror, la fuerza latente de una persona puede ser ilimitada; en ese momento, a pesar de estar atada, Chenchen encontró la fuerza para ponerse de pie. Antes de poder levantarse por completo, el cuchillo ya se había acercado. Chenchen cerró los ojos y se abalanzó hacia adelante, escapando del cuchillo de Su Luozhan, golpeando su cabeza contra la esquina de la mesa, causando una herida instantánea en su frente.

Chenchen estaba desorientada y mareada por el golpe. Lo único que quería hacer era llorar y llamar por ayuda, pero sabía que llorar no le serviría de nada. Tuvo que presionar su hombro contra la mesa para volver a intentar ponerse de pie.

El cuchillo en la mano de Su Luozhan fue balanceado con mucha fuerza, quedando atascado en un gabinete de madera en una esquina. El cuchillo era pesado después de todo; ni siquiera usando toda su fuerza, pudo sacarlo de ahí. Nerviosa y exasperada, Su Luozhan se acercó y tomó a Chenchen del cabello. Chenchen sintió como si su cuero cabelludo estuviera siendo arrancado. Solo podía inclinarse torpemente bajo su agarre. Las lágrimas que se derramaban por su rostro ya habían empapado la cinta adhesiva. Era como un corderito siendo llevado al matadero.

Los dos gatitos de LuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora