Capítulo 45. Humbert Humbert XII

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La frente de Fei Du estaba cubierta de sudor debido al calor y al dolor. Su rostro estaba tan blanco como una hoja de papel. Con los dientes apretados, pronunció las palabras, —¿Ya terminó?

Luo Wenzhou se paró a un lado con una expresión seria, como si estuviera observando un momento de silencio. Guardó silencio por dos segundos, pero no pudo soportarlo por más tiempo; volteó la cabeza hacia el otro lado y aulló de risa.

—Jovencito, esto no está bien,— dijo el anciano ortopedista, quien estaba tratando el brazo herido de Fei Du mientras daba un largo sermón. —Puedo ver que su estilo de vida no es muy bueno, ¿no es así? Ustedes los jóvenes de hoy día, pasando las noches despiertos, sin hacer ejercicio, pasando todo el día sentado jugando en sus computadoras, ¿podrían tener peor salud? Me desconcierta. ¿Qué hay de divertido en ese pedazo de basura? No piense que está bien porque es joven, es posible tener osteoporosis a los veinte...

El Presidente Fei, quien nunca se había quedado despierto hasta tarde jugando videojuegos, se sintió tan agraviado hasta el punto de quedarse sin palabras.

Cerca de la salida de la Calle Chenguang, la puerta del copiloto de Fei Du había sido golpeada por un vehículo que venía de la derecha. El conductor del otro auto era un principiante que había obtenido su licencia de conducción dos meses antes. El hombre había sido trasladado en ambulancia. Aparentemente, no estaba familiarizado con las señales de carretera, se había pasado el giro, y entonces, dándose cuenta de que había tomado el camino equivocado, se encontró de frente con el SUV de Fei Du, el cual se asemejaba mucho a un tanque. Había entrado en pánico y pisó el pedal del acelerador en vez del freno; esa fue la conclusión a la que llegó la policía de tránsito.

En resumen, la causa de su accidente era la incompetencia de las escuelas de conducción y la mala suerte de Fei Du.

Afortunadamente, Fei Du conducía un auto con un sistema de seguridad muy avanzado, y su reacción había sido oportuna. Por lo tanto, la otra parte había sufrido el peor daño. Por su parte, había sido más fuerte el susto que la herida; ni siquiera se le habían roto los anteojos.

...Mientras que sus anteojos eran resistentes, el precioso cuerpo de Fei Du perdía en comparación; su antebrazo izquierdo había sido fracturado por el impacto de la bolsa de aire.

Fei Du prefería pensar que había sido debido a la postura que tenía en ese momento.

Para empeorar las cosas, por pura coincidencia, este raro y desafortunado predicamento de Fei Du había sido presenciado por el bastardo de Luo Wenzhou.

Luo Wenzhou lo había, mientras iba de camino, acompañado durante el viaje al hospital. Luego de conocer el estado de su herida, había recogido el resistente par de anteojos de Fei Du y rió incontrolablemente; los sentimientos depresivos provocados por un día lleno de trabajo estresante, desaparecieron de inmediato.

—Doctor, esta clase de delincuente burgués no juega en la computadora. Sale noche tras noche en busca de música y canto,— dijo Luo Wenzhou, añadiendo más leña al fuego para su entretenimiento. —Mire ese rostro. Está vacío, una prueba de una vida corrupta.

A través de sus lentes, los grandes ojos como de luciérnagas del viejo médico escrutaron el rostro de vampiro de Fei Du. —Oh, realmente es así.

—...

—Ya está. La fractura no es muy grave. Tendrá que venir para que le quiten el yeso. Recuerde no hacer ejercicios extenuantes. Sin fumar, sin beber y sin sexo,— urgió el médico con seriedad. —Además, debe tomar suplementos de calcio, de otra forma, joven, en otra década, ¡se quebrará!

Los dos gatitos de LuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora