Los dos gatitos de Luo

Capítulo 27. Julien XVI

Estos altos edificios lucían unas fachadas frías. La estructura recta era opresiva e imponente. Los suelos de los vestíbulos generalmente estaban cubiertos de piedra brillante y reflectante. Los recepcionistas y guardias de seguridad prestaban atención ante cualquier persona que entrara.

Cada edificio tenía su propia distribución de elevadores; cada uno tenía su propio sistema. Algunos no podían subir, otros no podían bajar, algunos solo funcionaban con pisos pares o impares, otros solo podían ser usados con una tarjeta; formaban unidades dentro de ellos, constantemente dejando a los extraños a la deriva, haciéndolos sentir extraños ante estos pequeños "estados".

Pero el Edificio Géminis era diferente. A pesar de que ya había sido totalmente remodelado, todavía le era tan familiar como la palma de su mano. Había hecho una pasantía en ese lugar por medio año, pero no se había quedado debido a que solo podían tener un estudiante de intercambio de una "reconocida universidad" que solo entendía los sistemas legales americano y europeo.

No había comparación entre el presente y el pasado. Estas personas pavoneándose por ahí con atractivas tareas legales, solo eran capaces de revisar contratos básicos. Para manejar cualquier asunto con un nivel alto de especialización, tenían que pedirle que volviera como consultor. En este edificio, el interno Xiao Zhao se había convertido en el "Señor Zhao" con solo sacudir su mano.

Pero cada corredor, cada espacio oculto en las escaleras, estaba cuidadosamente grabado en su mente. Incluso si la electricidad no estuviera apagada, aún sabría cómo evadir las cámaras de seguridad del edificio.

Desafortunadamente, aunque todas las condiciones eran perfectas, alguien había estropeado sus planes.

Cuando se había mezclado entre la multitud, listo para ver un espléndido show sobre el Pabellón del cielo solo para ser interrumpido por Fei Du, había estallado de ira. Había decidido casi de inmediato que esto se trataba solo de un acto publicitario; quizás estaba ayudando a su amigo de bebidas, o tal vez se trataba de algo meramente comercial.

Estas personas tenían control sobre tantos bienes y recursos sociales que era difícil para él imaginar, a pesar de que cada uno de ellos eran estúpidos, aunque la sola lectura de un reporte podía hacerlos bostezar de aburrimiento; mientras pudieran pretender emitir alguna conclusión obvia, entonces serían alabados de inmediato como "grandes genios".

Un oficial de policía encargado de ayudar temporalmente con la presentación, se apresuró a mantener el orden. —Todos, por favor, aléjense de los rascacielos. Aún estamos investigando las azoteas, hay amenaza de riesgo aquí. ¿Puede cooperar? Gracias. Disculpe, es por su propia seguridad...

Al escuchar esto, la multitud lentamente se alejó. Nadie notó a un hombre pulcro y refinado que se alejaba desapareciendo en la oscuridad.

La policía dispersando a la multitud, claramente indicaba que pronto empezarían a buscar, y esa estúpida mujer aún no había saltado.

No sabía si se había asustado a último momento, o si había sido engañada por el pobre teatro de ese chico lindo. Lógicamente, tenía un plan de contingencia; solo un lado de la azotea de la Torre A daba hacia la plaza central. Había hecho que la barandilla, incluso si la mujer dudaba en ese momento, cediera, ayudándola a tomar la decisión.

Sus arreglos habían sido perfectos. ¿Qué había salido mal?

Tenía que volver a revisar.

Consideró la idea brevemente y llegó a una conclusión creativa. No fue a la Torre A, sino que se dirigió a un lado de la Torre B, atravesando la puerta de una cafetería en el primer piso del edificio de oficinas. Subió confiadamente por un corredor para emergencias que era usado especialmente para las entregas de paquetes y domicilios, el cual subía hasta el octavo piso; ahí había un corredor a cielo abierto que conectaba las dos torres, unida a la escalera de emergencia en el octavo piso.