Capítulo 31. Julien XXX

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Comparado con el Oficial Tao, quien había estado despierto toda la noche; y el Capitán Luo, quien se acababa de escapar del hospital; el Presidente Fei estaba tan bien vestido como para asistir a una ceremonia.

Esta persona se había cambiado de ropa una vez más. Al igual que antes, estaba en un punto medio entre formal y casual, siendo apropiado y sensual al mismo tiempo. Su cabello era esponjoso y pulcro en los lugares adecuados; ningún mechón estaba fuera de lugar. También llevaba unos anteojos sencillos con marco de metal que le daban ligeramente la apariencia de la escoria de los literatos. Incluso había cambiado su colonia.

Para encontrar a Wang Xiujuan, Fei Du se había quedado despierto casi toda la noche; a primera hora de la mañana, aparentemente había ido al hospital para acompañar a Wang Xiujuan mientras daba su declaración. Quién sabe de dónde había sacado tiempo para arreglarse.

Aunque Luo Wenzhou siempre se había considerado como el hombre más apuesto bajo el sol, al enfrentar este contraste, realmente quería golpear al pavo real frente a él, especialmente ahora que el mencionado pavo real lo estaba mirando malintencionadamente a través de un par de anteojos.

Luo Wenzhou se aclaró la garganta, obligándose a sí mismo a pasar de estar enojado hasta maldecir vergonzosamente, a ser un ser trascendente de corazón puro.

Con mucha seriedad, dijo, —Mi gente encontró una residencia secreta de Zhao Haochang y descubrieron algunas cosas en el sótano que se acercaban a tus inferencias. Sinceramente creo que es usted asombroso, Presidente Fei. Como era de esperarse de alguien con veinte años de experiencia en ser un pervertido.

Junto a ellos, Tao Ran habló incómodamente, —No sé ustedes, pero estoy un poco avergonzado justo ahora.

Socavado, Luo Wenzhou metió las manos en sus bolsillos y le preguntó a Fei Du, —¿Qué estás haciendo aquí? ¿Tu compañía está a punto de cerrar?

—Vine en representación de la madre de He Zhongyi para preguntar sobre el progreso de la investigación.— Fei Du golpeó suavemente el cristal del reloj en su muñeca. —Además, en vista de su senilidad, me gustaría recordarle al Capitán Luo, que son las seis de la tarde de un sábado. Ni el día ni la hora están dentro del horario laboral.

—...

—Ge,— dijo Fei Du, dirigiéndose a Tao Ran, —incluso si estás dispuesto a trabajar horas extra, otros todavía deberían pagar tu trabajo duro con un poco de gratitud. ¿No es eso el mínimo acto de amabilidad? Los jefes que olvidan los fines de semana, que olvidan cuándo termina el trabajo, todos son basura. Esa clase de personas solo son superados por aquellos que olvidan pagar los sueldos. Afortunadamente, él no paga tu salario.

Las puertas de la ciudad estaban en llamas, y Tao Ran era un pez en el estanque. El pez Tao apagó las llamas de guerra en su cuerpo sin ninguna expresión en su rostro. —...Hablemos de lo que descubrió Lang Qiao.

✤✤✤

El cuero cabelludo de Lang Qiao estaba hormigueando. Se paró en el descanso de las escaleras, frotando su rostro con sus manos sucias de una manera sin precedentes.

El sótano estaba dispuesto como una biblioteca antigua, con varios gabinetes gigantes que alcanzaban el techo. Los gabinetes estaban llenos de pequeños cuadrados, y en cada cuadrado reposaba un recipiente de vidrio. Los recipientes contenían todo tipo de cosas, con etiquetas debajo, cada una con fecha y evento escritos en ellas.

Un ambiente gélido, rancio e indescriptible llegó hasta ella, haciendo que todo su cuerpo se erizara.

Por un momento, pensó que los recipientes eran como los que usaban para conservar especímenes de laboratorio.

Los dos gatitos de LuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora