Los dos gatitos de Luo

Capítulo 37. Humbert Humbert IV

Lang Qiao no había terminado de divertirse; estaba planeando seguir los pasos hacia su victoria, uniéndose con sus colegas para continuar presionando a Luo Wenzhou. Pero inesperadamente, sus ojos se encontraron con el retrato que había caído al suelo, sorprendiéndose tanto que todo el alcohol salió por sus poros.

El sistema de seguridad pública tenía gente especializada en hacer retratos. No les hacían falta expertos en el tema. En comparación, la ejecución de este retrato era claramente obra de un principiante. Pero lo extraño era que la persona en el retrato tenía un encanto vivo inusual; el rostro parecía haber sido trazado cientos de veces en la mente del artista, hasta que ya no pudo resistirse a plasmar su rara técnica en el papel.

—¿Qué es eso?— preguntó Lang Qiao.

Con la patada de Luo Wenzhou, Tao Ran había recuperado un poco de sobriedad y se dio cuenta de que había dicho algo que no debía. Se puso de pie, apoyándose en el sillón y salió de la habitación para lavarse la cara. Cuando regresó, él y Luo Wenzhou recogieron las cosas. —Debe ser la Montaña de Loto. El viejo hablaba de eso todo el tiempo.

La "Montaña de Loto" no era una montaña; era el nombre de un lugar a las afueras del norte de la ciudad Yan. Antes, había estado bajo el condado administrado por la ciudad Yan, pero más tarde, hacía más de una década, había sido absorbido por la ciudad Yan, convirtiéndose en una zona de desarrollo.

Sobre la hoja en la libreta, además del vívido retrato, había varias fotografías antiguas, pegadas a las páginas con cinta adhesiva. Había pasado mucho tiempo; se caían a pedazos con un toque.

Había tomas instantáneas borrosas, y había imágenes de estudio fotográfico, típico de la época; todos los fondos tenían molinos de viento holandeses e iluminación exagerada, las sonrisas de los jóvenes eran un poco rígidas, como en una fotografía escenificada con un periodo de exposición demasiado largo.

Había seis fotografías juntas.

Las fotografías antiguas tienen algo muy extraño. Todo papel de fotografía se desvanece y se torna amarillo con el pasar de las décadas. Si la persona en la foto está feliz y bien, entonces las marcas amarillas de la edad traerán viejos recuerdos, el silencioso pasar de los años; pero si la persona pasaba por algún infortunio, entonces, cuando los demás recordaran su estado anterior, obtendrían un sabor amargo, como si la insatisfacción y la rabia de la persona poseyera la imágen estática, declarando algo que no se puede ver.

—¿Le pertenecía al venerable Yang?— preguntó Lang Qiao. —¿Por qué estaba investigando una zona de desarrollo?

—La Oficina Municipal tenía una política en ese entonces; aquellos que tenían menos de treinta y cinco tenían que tener experiencia básica; ya fuera ir a una estación de policía local o a alguna de los condados. Mi shifu y algunos más fueron a la Montaña de Loto y se quedaron por medio año o más.— Luo Wenzhou tomó cuidadosamente las fotografías y las puso de vuelta en la libreta. —No había pasado mucho tiempo desde que llegaron, cuando tomaron este caso. Tal vez no hayas escuchado de él. No tenía la edad para ir a la escuela en ese entonces.

—Al principio, hubo un hombre que fue a reportar un caso. Dijo que su hija había desaparecido.— Tao Ran hojeó la libreta. Aparte de las fotografías y el retrato, el contenido de la libreta estaba en su mayoría escrito a mano. La escritura del policía veterano era muy hermosa, delicada, firme y tenía buena forma. La página anterior a las fotografías tenía los carácteres "Guo Heng", subrayados con tres líneas bajo el nombre. —Cierto, la persona que reportó el caso fue Guo Heng. Su hija de once años había desaparecido. La llamaban Feifei.

En ese punto, la mano de Luo Wenzhou se detuvo sobre un grueso libro escolar, y levantó la cabeza para dirigirle una mirada compleja a Tao Ran. —¿Todavía recuerdas el nombre de la niña, estando en ese estado?