Capítulo 59. Leyendo en voz alta (2)

4 0 0
                                    

Cuando Luo Wenzhou dejó la sala de interrogatorios, sintió que estaba un poco delirante. El largo y extenuante proceso de interrogación era un tormento para ambas partes, en especial cuando trataban con un sospechoso con la capacidad mental de Xu Wenchao. No darle a la otra parte ni siquiera la oportunidad de respirar, significaba que tampoco podrías hacerlo.

Mientras los demás seguían buscando todo tipo de evidencia, el interrogador y el interrogado tenían que leer entre líneas las expresiones del otro, buscando cualquier información para engañarse entre ellos, o juzgarse mutuamente...

¿Qué tanta evidencia tenían realmente? ¿Cuánto había dicho Su Luozhan en realidad?

¿En qué se contradijo? ¿Qué palabras podrían ser verdaderas y cuáles eran intentos de evadir el tema?

¿Me están engañando?

¿Cómo puedo engañarlo para que confiese?

Con el mínimo descuido, Xu Wenchao encontraría la forma de evadir el tema y retractarse. No serviría de nada ser sustituido por otro interrogador.

Todo la parte de arriba desde el cuello de Luo Wenzhou había dejado de funcionar. Confiando solo en la memoria muscular, navegó mecánicamente hasta su oficina.

Los padres de Qu Tong habían escuchado la noticia y se apresuraron hasta Binhai, a pesar de aconsejarles que no lo hicieran. Solo quedaba Guo Heng.

Luo Wenzhou vio su espalda y pensó que estaba durmiendo. Aligeró sus pasos y tomó un chaleco que alguien había dejado cerca. Estaba a punto de cubrirlo con él, cuando Guo Heng levantó la mirada de repente.

Las arrugas alrededor de sus ojos se extendían en un patrón complejo desde el puente de su nariz hasta las sienes, como las grietas en una tierra erosionada. En sus ojos inyectados en sangre no había ni una pizca de sueño.

La anteriormente bulliciosa oficina del Equipo de Investigación Criminal estaba en total silencio. Las personas estaban ocupadas en otra parte, o simplemente no habían podido soportarlo por más tiempo y se habían ido a dormir. Los dos hombres se miraron el uno al otro sin decir nada. El aire se sentía pesado e inmóvil; ni el aire acondicionado más fuerte, habría podido moverlo.

Después de un largo tiempo, Guo Heng habló con dificultad. —Su... Su superior, apellidado Lu, me dijo todo.

Luo Wenzhou agarró lentamente una silla y se sentó frente a él.

—No me dijo todos los detalles,— dijo Guo Heng. —Dijo que todavía están verificando algunos detalles... ¿Puede decirme todo ahora?

Luo Wenzhou hizo una pausa antes de decir, —Ese día de verano, hace veinte años, Guo Fei conoció a una chica que dijo que había ido a Montaña de Loto con su profesor. La chica llevaba un vestido de flores y lucía muy bonita, pero parecía no tener ningún sentido de dirección. Le preguntó el camino varias veces. Un día, cuando salió de sus clases intensivas, Guo Fei se encontró con la chica nuevamente. La chica parecía estar muy preocupada; dijo que el profesor con el que había ido estaba en el hospital, y no podía encontrar el camino hacia el hotel por su cuenta. Guo Fei era una niña amable. Al final de cada corte escolar, los profesores comentaban que ella "estaba dispuesta a ayudar a los demás". Los registros todavía se encuentran en los archivos de la escuela primaria de la Montaña de Loto. Ella trató de explicarle varias veces cómo llegar, pero la niña parecía no entender. Pensó que sería solo un pequeño desvío. Solo se retrasaría unos minutos. Así que decidió acompañar a la niña hasta donde quería ir...

Desde la primera vez que había mencionado el nombre de Guo Fei, Guo Heng empezó a temblar incontrolablemente. Las gruesas lágrimas brotaban de las comisuras de sus ojos, quedando atrapadas entre la fila de arrugas, llegando hasta los blancos cabellos en sus sienes.

Los dos gatitos de LuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora