Capítulo 50

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La sonrisa de Lena se hizo presente al escuchar aquellas palabras que envolvieron todo su ser. Ya no tenía dudas, estaba perdidamente enamorada de Kara Zor-El.

Se acercó a la rubia para sellar su confesión con un tierno e intenso beso. Sus labios se movían en sintonía, disfrutaban de lo que significaba, de lo que sentían. Ya no era una simple aventura y ya lo habían aclarado pero lo que acaban de decirse era la cereza del pastel. No solo se deseaban, se querían a tal punto de querer comerse al mundo si era necesario para que pudieran estar juntas.
Cada una había hecho lo que pensaron que no harían. En caso de Kara, dijo que no era necesario divorciarse ya que, no tenía motivos aunque con eso solo se engañaba así misma, su plan siempre era acostarse con diferentes mujeres y solo una vez, no quería más que solo eso, sin embargo ahí estaba deseando una y otra vez a una misma mujer y no solo eso, ya no deseaba estar con ninguna otra más.
Lena, por su parte, juró que no se enamoraría de alguien con las características de Kara, es decir, en este caso promiscua y lo peor es que estaba casada.

Pero ahí estaban las dos, derrumbando las barreras de sus expectativas, de sus planes, de sus pensamientos.

Volvieron a disfrutar de sus cuerpos bajo la tibia agua que recorría cada centímetro de sus pieles. Hicieron el amor tomándose el tiempo necesario para demostrar con sus besos y caricias de cuánto se querían. Kara tomó a Lena despacio, con delicadeza, mirándola a los ojos mientras la tenía presa en sus brazos y contra la pared. Se movía lentamente para disfrutar cada textura de su intimidad. Sus rostros estaban a centímetros percibiendo así el cálido aliento de la otra a la vez que soltaban suaves gemidos, sus miradas tenían un brillo especial donde se decían cuanto se querían sin necesidad de palabras. Kara empezó a dejar besos cortos y sutiles en la comisura de los labios de Lena, otro en su barbilla, en su nariz, en su frente y en cada uno de sus ojos mientras le hacía el amor con delicadeza. Sus corazones bombeaban en sintonía, con fuerza y con una sensación de calor, pero de esos que no queman sino que arrullan.
Lena a veces cerraba los ojos para sentir la suavidad de los besos y como Kara le estaba llevando al cielo, pero también los abría para ver esos ojos que adoraba, ese color azul eléctrico que le hundían en un mar de felicidad, de plenitud donde ninguna otra persona lo había hecho. Sus manos recorrían lentamente sobre la piel semi bronceada de la rubia, le encantaba sentir su suavidad y su firmeza, era tan delicada pero fuerte a la vez. La personalidad de Kara la tenía cautivada, era ruda como a la vez tierna y eso le atraía demasiado.
Sus dedos se entrelazaba con el cabello rubio húmedo, los apretaba ya que, necesitaba descargar lo que se venía.
Kara se sentía plena, no podía creer lo que estaba viviendo, era correspondida por alguien que a los ojos de todos era inalcanzable y no solo lo decía por su belleza, sino por la personalidad de Lena, por todo lo que le hace ser una mujer maravillosa... su inteligencia y su gran tenacidad.

-Me encantas tanto Lena.- Dijo con dificultad ya que, sentía que iba a tener uno de los mejores orgasmos de su vida, este venía con muchos sentimientos liberados y plenos.- Te quiero.- Susurró cerca del oído de su mujer.

-También te quiero y mucho.- Respondió con la voz ronca. Llevó su otra mano para presionar el brazo de Kara y apretarlos con ganas.

El sonido de sus gemidos retumbaban en la pequeña habitación creando una sintonía con el agua cayendo generando un ambiente erótico.

Kara sentía como Lena se contraía haciendo que suelte un quejido de excitación. Besó a la ojiverde con intensidad, para que supiera con aquel beso, que cada una de las palabras escuchada y mencionada la habían cautivado, la habían liberado.

Lena ya no podía contenerse ya que, los movimientos sutiles y perfectos de Kara la envolvían con sensaciones placenteras, sumando el beso tan intenso que esta le daba. Sintió sus piernas casi sin fuerzas porque toda su energía la estaba llevando a sus manos apretando fuertemente el brazo de la rubia y con la otra entrelazaba firmemente el cabello dorado ya que, el calor acumulado en su vientre era tan intenso, hasta que dejó llevarse por el maravilloso orgasmo y arrastrando a Kara con ella quien sufrió de algunos espasmos al descargarse algunos segundos más.

Entre Llamas 1ª ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora