Capítulo 49

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La manera de mirar de la ojiverde, ponía al cien a Kara quien sintió todo su cuerpo estremecer. Con ambas manos empezó a masajear suave y delicadamente el trasero de aquella hermosa mujer quien sutilmente movía su pelvis hacia el rostro de la ojiazul. Cumpliendo a medias el deseo de Lena, se acercó más para besar el comienzo del muslo a centímetros de la ropa interior ocasionando nuevamente una respiración pesada de la ojiverde que estaba ansiosa, desesperada pero a la vez complacida por tanta excitación. Los besos eran húmedos y sutiles, rodeando aquella tela fina con un delicioso pero lento roce, intercambió de lado y Lena soltó un quejido de excitación y a la vez de decepción, había pensado que iba a sentirla en donde más la necesitaba, pero estaba dispuesta a sentir que la arrastra por un lado al cielo y otra al infierno, la sensación era placentera pero desesperante.

Lena empezó a tener pequeños espasmos cuando Kara amagaba besarla en su entrepierna, sentía el cálido aliento de esta sobre ella, la estaba volviendo loca, deseaba gritar que la tocara pero tampoco quería dejar de sentir esta placentera tortura. Como si alguien supremo la escuchara, vió como la rubia le sacaba lentamente su ropa dejándola al suelo, ambas se sostenían la mirada, se hacían el amor en todos los sentidos.

Kara se puso de pie nuevamente y se acercó a la ojiverde para besar sus labios de manera delicada pero profunda, llevando sus manos a la espalda de Lena, acariciando lentamente cada espacio de aquella delicada piel, tan cálida y suave.

La ojiverde aprovechó el beso que recibía para demostrarle cuanto la deseaba, de tan loca que estaba por ella. Y quiso que sintiera lo mismo o más, entonces agarró el rostro de Kara con delicada firmeza y la penetró con la lengua, pero su intención no era esa, ya que tenía el poder sabía que ella respondería de la misma manera y cuando sintió la lengua de la rubia aprovechó y la succionó delicadamente y sintió notable presión de las manos de esta en su espalda acompañado de un quejido de exitación y un suspiro pesado. No era difícil de adivinar lo que la rubia imaginaba con ese movimiento, con el vaivén de la boca de Lena jugando con su lengua, lo hacía lenta y delicadamente.

Estaba perdida, su mente estaba colapsando, la boca de Lena y la manera que succionaba su lengua hizo que todo su cuerpo entrara en corto. Sintió que toda la sangre se concentraba en su miembro, ya empezó a sentir que necesitaba algún estímulo porque sentía que podía venirse en cualquier momento y esta tortura ocasionada por ella misma la estaba matando. Así que con la poca voluntad que le quedaba cortó el beso recibiendo un quejido de la ojiverde, entonces bajó su shorts y su ropa interior que la estaba molestando, segundos después quedó sin nada la parte de abajo. A pesar de su desesperación su idea era ir al mismo ritmo, así que tomó de la cintura de la ojiverde para subirla sobre la mesa de metal pero encima de la playera de Lena para que no hiciera contacto directo con la superficie fría.

Lena sonrió satisfecha y exitada por aquel detalle de su novia, si, su novia, era suya, ahora lo era. Nuevamente recibió un lento beso pero intenso, sintió unas manos acariciando sus muslos, aquello no duró tanto ya que Kara empezó a besarla en el cuello, bajando lentamente hacia sus hombros dejando besos mojados con pequeños mordiscos haciéndola suspirar, iba descendiendo, la lengua de la ojiazul nuevamente buscaba sus pezones y aunque aquello le encantaba deseaba sentirla en otra parte, gracias al cielo no se entretuvo mucho tiempo en esa zona sino que siguió bajando, también le dió atención a su abdomen y segundos después la tenía en frente de su entrepierna, entonces llevó una mano en la cabeza de Kara para entrelazar sus dedos en su cabello mientras con la otra se sostenía por la mesa. La ojiazul la miraba con deseo, con admiración y eso le encantaba pero le dedicó una mirada de impaciencia que Kara pudo captar y sonrió victoriosa, como respuesta solo le alzó una ceja y la rubia dejó de sonreír pero aquello le excitó bastante ya que vió fuego en sus ojos azules. De repente sintió como tocaba el cielo, por fin sentía la lengua de la rubia sobre sus pliegues, con movimientos lentos donde recorría cada parte de su intimidad.

Entre Llamas 1ª ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora