Prólogo

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Los perros ladraba sin cesar en esa lúgubre oscuridad de los barrios más bajos de la ciudad "B" era un tanto espeluznante ver tantos ojos brillantes en medio de la penumbra oscuridad.

Uno de esos perros corrió salvajemente hacia la vieja puerta que estaba siendo abierta de la manera más silenciosa.

—¡Choco!—Sonrió el joven al mismo tiempo que cae al suelo para recibir los mimos de su adorable perro, pastor alemán.—Tu sentido auditivo es muy anormal, ¿sabías?—Acaricia el peludo pelaje que es tan oscuro como el chocolate.

—Ahora entiendo el porque estaba tan inquieto, era por tu llegada, Hayden.

—Estoy devuelta, abuela—Sacude sus ropas—¿Ya regreso el abuelo?—Besa la frente de su abuela.

Tenia que inclinarse hacia abajo para poder llegar a la altura de ella, Hayden esta por medir 1.89 metros de altura y eso que a penas tiene 19 años.

Su cuerpo tiene una musculatura bien definida, su trabajo es cargar camiones de carga. Eso desarrollo mucho más sus músculos y abdominales, tiene un cuerpo grandioso que hace detener a cualquier para poder apreciar aún mejor la vista.

—No, ya preparé todo. Ya quiero ver su reacción—Sonrío emocionada.

—Fue bueno que mi jefe me haya dado permiso de salir más temprano—Entran a la casa.

Vivían en los barrios bajos, pero eso no significa que su casa se esté cayendo en pedazos. Esa casa es la más bonita en todo el lugar. Hayden y su abuelo la reconstruyeron con los pocos ahorros que aguardaban en las alcancías.

—¿Como quedó?

El interior esta decorado con globos y una pancarta que dice: Feliz cumpleaños número 63, amado esposo y abuelo.

—Tus habilidades siguen siendo geniales, abuela—La abraza—Cuando me casé quiero que te hagas cargo de las decoraciones.

—No pienses en casarte aún, solo tienes 19 años. Sigue siendo el bebé de tus viejos abuelos. Aparté debes de ingresar este año a la universidad, no puedes atrasarlo más tiempo.

—Bien....¿Escuchaste? Esta viniendo, hay que apagar las luces—Corren a sus posiciones.

Con alegría esperan que el señor Hall King, abra la puerta para poder gritarle las siguientes palabras con la alegría que pintan sus rostros.

—¡Feliz cumpleaños, abuelo!

—¡Felicidades cariño!....¿¡Frederick!?—Exclamó la anciana con una expresión pálida en su rostro.—¿Qué te pasó?

Las sonrisas en sus rostros fueron borradas, la expresión de Hayden es aún más oscura. En esos rubies solo puedes ver un profundo desagradó por la persona tirada en el piso.

—¡Madre!—Se arrastra por el suelo—Madre—Vuelve a repetir.

Frederick se veía demacrado, grandes ojeras, el cabello está tan sucio que no podrías distinguir que color es. Quién sabe cuando fue la última vez que le cayó agua. Tenia treinta y ocho años pero parecía más viejo que su madre de cincuenta y cinco años.

No sé parecía en nada a Hayden, tal vez en el cabello azabache, solo si lo lava.

—¿Quienes son ustedes?—Pregunta a la vez que cubre la es esbelta silueta de su abuela—No sé el motivo por el cual están con ese señor, pero es mejor que se vayan antes de que los demande por allanar una propiedad privada. Somos pobres pero sigo teniendo mis derechos.

—Venimos a recoger lo que fue vendido, este hombre hizo un préstamo en el casino "Withe" el joven Hayden King fue entregado como pago.

—¡Hijo, tienes que ayudar a papá!

Frederick se aferra de la pierna izquierda de Hayden, los rubíes miran con una mirada indescifrable a ese par de ojos ansiosos de color cafe.

—¿Por cuanto fui vendido? ¿cuánto cuesto a los ojos de “mi querido padre”?—Pregunto sin expresión alguna, pero en esos grandes rubíes, tiene una mirada espeluznante.

—Trescientos mil dólares es lo que perdió en el casino.

—Que invaluable soy a los ojos de mi progenitor—Sonrió con sarcasmo.—Vale más una persona que se dedica a dar placer.

—¡Que hiciste que!—La anciana fue por el palo de la escoba—¡¡Como te atreves a vender a tu propio hijo!! Me avergüenzo de ser tú madre, debí de poner más mano dura sobre ti—Lo golpea una y otra vez con la escoba.

—Abuela, tranquila—Frota la espalda de la anciana.

—¡Ni crean que se llevaran a mi nieto!—Los apunta con la escoba—Soy yo, la tutora legal de Hayden, ese hombre no tiene nada que ver con nuestra familia.

Abraza con protección a su querido nieto, no permitirá que su hijo arruinará más la vida de Hayden.

—¡Madre...!

—Madre nada, no soy tu madre. No tengo un hijo como tú—Sostiene su pecho.—¡Largo!

—Sabía que podría pasar algo así, por eso utilize mi ultimo recurso. Espero me perdonen—Mostró la foto de su padre.

El anciano estaba sentado en medio de dos grandes hombres, se veía tan chiquito e indefenso junto a ellos.

—¡Tú!...

—¡Abuela!—La sostuvo antes de cayera al piso—Tranquila, tranquila.

Frota con suavidad el pecho de su abuela, sus manos temblaban con preocupación.

—No le han hecho nada a mi abuelo, ¿verdad?—Preguntó con un tono monótono.

—No, no somos bárbaros. El anciano no tiene nada que ver, solo es una formalidad para que cumplan con lo prometido.

—Entiendo—Deja a su abuela en el sofá—Iré con ustedes—Apreta sus dientes.

—Hayden—Se aferra de la chaqueta negra que lleva puesta su nieto—N-No vayas.

—Iré por el abuelo, tenemos que celebrar su cumpleaños—Sonrió.—Espera por nosotros ¿si?

—Está bien, no tarden.

—Choco, cuida de la abuela—El perro ladró.

Hayden suspiro profundamente, mira con desprecio a su esperpento padre. Quería pisiotarlo, romperle todo los huesos.

Rosa sangrientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora