capitulo 8

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Los largos cabellos azabaches se mojaban con el rocio de la ducha que caí sobre su cabeza, los hombros pálidos y seductora espalda es cubierta por ese hermoso cabello que está cubierto de Shampoo.

El joven giró la llave para que cayera mucho más agua y quitarse el shampoo, en ese momento el agua movió los cabellos azabaches hacia un lado.

Su espalda quedó completamente descubierta y con ello dejo a la vista el explendido, realista, majestuoso tatuaje sangriento.

A unos centímetros bajo su pálida nuca, se encuentra una media luna carmesí, más abajo de ella se encuentra un lobo azabache con los ojos sangrientos observando la belleza que desprende la luna. En sus ojos se ve un anhelo por querer tocarla, pero su peludo cuerpo está enredado con rosas blancas espinosas que se tiñen de rojo al hacer contacto con la piel del lobo.

Es tan surrealista en la manera que cada una de las diez rosas blancas de apoco se van tiñendo de rojo sangre que pertenece al lobo.

El joven cerro la llave de la regadera, su seductor y varonil cuerpo fue cubierto por una bata roja. Ahí mismo seca su cabello con la secadora, al estar listo lo envuelve en un protector para luego colocarse una película del mismo color pero con un corte degradado. Aún sigue viéndose fenomenal, pero con el cabello largo se ve mucho más atractivo.

Sale de la ducha directo al guardarropa, entré ese momento de ropa de marca organizada en vitrina de vidrio para que no agarré polvo. Buscó un atuendo casual elegante que consciente de una camisa blanca sin ningún patrón de mangas cortas, dejado apreciar su sensual clavícula. El pantalón negro remarca demasiado su estrecha cintura, largas piernas. Las zapatillas también son negras.

De accesorios solo llevá un pequeño arete de una medida luna colgante, en el cuello no quiso ponerse nada. En cambio su muñeca izquierda la adorno con un Rolex de marca rojo.

—Choco, ¿qué tal me veo?—Lentamente da una media vuelta.

—Guaun—Ladro al mismo tiempo que menea la cola emocionado.

—Si, lo sé. Me veo muy bien—Sonrío frente al espejo, si eso se consideraba una sonrisa.

Era más bien la de una persona que estaba tramando algo malvado, pero se veía tan genial, su rostro es toda una obra de arte.

Esto es más que suficiente para ser morir del coraje al padre de Maximiliano, ¿verdad?. No solo a ese anciano, a esa familia Nolan, también.

—Te portas bien, no pelees con el pequeño esponjó de Grumi.

El pastor alemán lo piensa por unos segundos, pero luego sólo mueve su cola y saca la lengua en respuesta a lo que dijo su amo.

—Joven King, ¿ya esta listo?—Pregunta Jacinto—Mi jefe lo está esperando en la sala—Con mucho aburrimiento.

Ha estado esperando al joven King desde hace una hora. ¿Que hace tanto? Es igual que mi hermana a la hora de salir. No, mi hermana se tarda tanto a la hora de vestirse.

—Estaba por salir, calvito.—Cierra la puerta.

Por poco me quedo ciego al ver esa reluciente calvicie, aún me es difícil de comprender el por qué le gusta ese estilo. ¿Creé que se ve más rudo de esa manera?

—Joven King, deje de decirme así.

—No lo digo con mala intención, es de cariño.—Sonríe.

Jacinto parpadeó varias veces para poder fijar su mirada en el rostro de Hayden. Esa sonrisa era muy brillante hasta podía cegarte.

—Por fin apareces—Expresa con molestía.

—Si alguien me hubiese ayudado con la vestimenta, está tardanza no estaría pasando—Llego junto a él.

Rosa sangrientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora