Fue como si el tiempo se hubiese detenido entre ellos dos, mirándose fijamente con aquellas ansias de poder entrelazar sus manos, besarse, abrazarse. Sentir la temperatura corporal del otro.
Para ambos era como sino se hubiesen visto en años, y pese a eso su sentimientos seguían tan vivaz como el primer día que se de dijeron cuando se amaban.
También había un poco de nerviosismo, no encontraba las palabras correctas y así romper el silencio entre los dos, o quizás solo querían quedarse un poco mas así, mirándose con ese desbordante amor.
¿Para las palabras? No eran necesarios si en sus expresiones dejan saber lo que están sintiendo, lo mucho que querían verse.
—Hayden...—Nombro dulcemente al más joven.
Ese color celeste tembló un poco al ver los desesperados ojos azules, sintiendo una punzada en su pecho al ver la tristeza y ansiedad en ese bello rostro del contrario.
—Quiero ver el color real de tus ojos.—Paso sus dedos por los párpados de Hayden.—Todo te queda bien, pero sigo prefiriendo al joven desobediente de ojos rojizos. Ha mi Hayden.
El más joven sintió que volvió a revivir tras escuchar ese "mi Hayden" esperanzado que está situación se arregle hoy mismo, ya no quiere y no puede estar lejos de Maximiliano.
—¿Así está mejor?—Le paso los ojos de contacto a Jaoli, ella los tomo y se marchó. No iba hacer vela entre ellos dos.
—Sí, así está mucho mejor.—No hay nada y nunca habrá nada mas maravilloso que su mirada, me encanta ese color.
Únicamente a Hayden le queda espléndido ese color de ojos, hasta sus feromonas son rojas al igual que la sangre, ¿si existe otra persona con ese color de ojos? No importa, no podrá igualar los de mi Omega todo desquiciado.
—¡Perdóname!—Hayden fue el primero en pedir disculpas, abrazando fuertemente por la cintura al alfa.—En verdad no quería burlarme de ti, mucho menos hacerte parecer un tonto.—Levanta ligeramente su rostro.—Solo quería estar contigo tan pronto como fuera posible...—Hayden se percató del enrojecimiento en la cara del alfa.
Ver eso fue para que el Omega se volviera loco, tenía pensado soltar a sus chico en busca de la persona que se volviera un cadáver, por verse atrevido a tocar a su alfa.
—¿Quién fue?—Ese rojizo se oscureció al ver la mejilla de Maximiliano, toda roja.—¿Dime quién fue?—Volvio a repetir—¡Iré a despedazar...
—Fue mi mano.—Sostiene el rostro de Hayden, frotando su nariz contra la del Omega—Me lo hice yo mismo, no tienes que ir por nadie porque el culpable soy yo.—No mentía.
—¿Por qué?—Él también sostiene el rostro de Maximiliano, acariciando las mejillas de alfa.—¿Por qué le hiciste eso a tu bello rostro?
¿Por qué hay tristeza en sus ojos? ¿Es mi culpa o no? Siento que hay algo más, ¿sucedió algo? Creí que tendría que esperar mucho tiempo para volver a ver su hermosa mirada.
No debí de tomar ese camino fácil, debí de cotejarlo de frente. Si hubiese sido de esa forma no estaríamos en este dilema, no le hubiera hecho pensar que era un tonto, de que me burlé de su inteligencia, pero no fuera así. No lo hice con esas intenciones.
—Me golpeé por haberme ido así sin más y haberte dejado solo en la habitación.—Fui un tonto, solo pensé en lo que yo sentía y no en lo que Hayden estaba sintiendo.
¿Estuvo mal su forma de actuar? Sí, pero luego de analizar todo, eso se volvió simple ante lo sucedido y lo que le tocó vivir a Hayden. Gracias a Dios, yo tuve una familia que me amaba, una madre que lo daba todo por mí.
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Rosa sangrienta
Ficción GeneralHayden es un joven que fue abandonado desde niño en casa de sus abuelos, por sus e irresponsables padres, creció muy bien con los cuidados de sus amados abuelos. Pero esa comodidad se ve arruina por la inesperada visita de su "padre" a quien no habí...