Las cosas tiradas por don de quier, fluidos transparentes y espesos mancharon el piso de madera que una vez estuvo muy reluciente, sin embargo ahora todo se encuentra cubierto de muchas cosas y unas de esas cosas son como unos cinco preservativos.
Pese a eso, ellos dos aún siguen dándose mucho cariño, penetrantes embestidas, sacado a relucir suaves y muy profundos gemidos.
Hayden no a dejado ver ni por un segundo, esas sublimes expresiones de Maximiliano, mientras trata de mantener el equilibrio en uno de sus pies.
—Max~–Nombro dulcemente el nombre de su alfa.
Su aroma se encuentra tan descontrolado, marca y envolviendo por completo cada célula de mi febril cuerpo. También siguió filtrándose por toda la habitación de mi alfa, es como si quisiera decir "me perteneces" sus feromonas en mi cuerpo tardará días en esfumarse, estoy contento con ello. Por lo menos en mi ciclo de calor, podré oler su aroma en mi cuerpo y así, no lo extrañe tanto.
—Me vuelves loco.—Embistió fuertemente el cálido y suave interior del alfa.—En verdad, me vuelves loco.—Lo decía literalmente.
El más joven le encantaba, le fascina poder embriagarse con el aroma de su alfa, sentir todas esas emociones que no se atrevía a decir con palabras, pero que le dejaba saber todo sus sentimientos con esas violentas feromonas del alfa ojos celeste.
Ambos se había perdido en la euforia que emanaba sus cuerpos, esa ardiente deseó de tomarse, unir sus cuerpos hasta que llegará el amanecer o seguir hasta que sus cuerpos pida comida o algo por el estilo. En este instante es como ver dos animales en celo, pero con sus miradas desbordantes de amor.
La pareja disfruta de unir sus cuerpos una y otra vez, perderse en la mirada del uno y el otro mientras tratan de controlar su jadeante respiración.
Sentir como su respiración o saliva se volvía una sola al momento en que sus labios, se besan apasionadamente justo como lo están haciendo en estos momentos.
—Mnhg~
No quería dejar salir esa clase de gemidos, pero era complicado cuando este mocoso, no deja de frotar ese lugar y morder de vez en cuando mis ya rojos pezones. Si sigue así, ni siquiera podré aguantar llevar camisa sin sentirme incómodo o hormigueo.
—¡No muerdas!—Tira del cabello azabache.
—¿Por que eres tan sexy?—Siguió mordiendo, ignorado las quejas del alfa. Como si ser jalado del cabello lo encendiera todavía más.
—Mmgh~—Se aferró del cabello azabache, su cuerpo se sacudía tanto por las embestidas poderosas del joven ojos rojos, quien se encuentra sonriendo descaradamente mientras ve al alfa, retorcerse en placer.
Hayden volvió a capturar los labios de su alfa, cerrado sus ojos y así no ponerse enrojecido a Maximiliano, por la vergüenza o timidez de dejar salir esos gemidos.
Los ruidos obscenos se escapan de la pequeña rendija al instante en que sus labios se abren ligeramente, jugando y moviéndo sus lenguas en un baile lascivo y muy sucio, de vez en cuando mordido la suave piel del labio inferior del alfa.
No había nada más placentero e exquisito que besarse hasta que el aire termina por terminarse y sus pulmones apretarse un poco por la falta aire, esa adrenalina recorrer sus cuerpos era demasiado extasiadante. La necesidad por respirar los vuelve más caliente. Ambos están completamente locos por disfrutar de esa peligrosa clase de adrenalina.
Su resistencia también es muy anormal, han echo el amor en la sala, en las escaleras, piso, afuera de la puerta de la habitación de Maximiliano. Y ahora mismo se encuentran haciéndolo una vez más en el interior de la habitación.
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Rosa sangrienta
Ficción GeneralHayden es un joven que fue abandonado desde niño en casa de sus abuelos, por sus e irresponsables padres, creció muy bien con los cuidados de sus amados abuelos. Pero esa comodidad se ve arruina por la inesperada visita de su "padre" a quien no habí...