Capítulo 8

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Ya que el cachorro no era muy bueno explicando lo que veía, Macaque decidió llevarlo a la sala, colocando las hojas de papel en el suelo, junto con la tiza de colores que le había comprado a un comerciante extraño. —Muéstrame lo que ves. —le pidió antes de acariciarle la cabeza y dejarlo solo un momento, mientras el busca algo para comer de sus reservas.

El niño terminó minutos después, y fue directo con Macaque para enseñarle las hojas con dibujos muy tiernos pero preocupantes.

En uno mostraba una mano humea acercándose a la cabeza de alguien, con rayos amarillos alrededor. En otro, se mostraba una montaña con algunas casas rojas y blancas en ella, y unas nubes oscuras arriba, tal vez lluvia, o algo más.

—Hey, yo conozco ese lugar. —lo reconoció al verlo bien, suponiendo que las casas pequeñas del dibujo eran su manera de ver la genial arquitectura que Azure y los demás habían creado.

Tomó el último dibujo, y vio el dibujo de tres personas muy mal hechas, con caritas tristes, y la mitad del cuerpo de un color negro.

—¿Qué es esto? —señaló la cosa de color negro que parecía un charco.

—No sé... es como... agua, pero no es agua, va lento. —intentó explicarse.

—Algo espeso —sospechó Macaque. Viendo bien los dibujos una última vez antes de acercar al niño para darle un abrazo de lado. —El refugio de Azure... una mano, y tres personas... Espera... —se le vino una horrible idea a la cabeza. —Tres personas... —se repitió mientras seguía formándose la idea en su cabeza. —Ay, no. Ponte tu capa. —le pidió mientras se separaba del niño para buscar entre su ropa una bufanda roja que tenía por ahí para ponérsela y poder partir.

—¿A donde vamos? —preguntó cachorro mientras se colocaba la capucha enorme con cuidado.

—Al lugar que viste, No te separes de mi ¿Entiendes? Y si algo sucede tendrás que saltar a un portal tu solo. —se agachó para cargar al cachorro, sonando más serio de lo que esperaba.

—Pero no me gustan. —protestó recordando las veces que Macaque los había usado para acercarlo a la caverna cuando le daba flojera levantarse para ir por el al bosque, casi siempre cayendo de cara al piso por la sorpresa.

—Lo sé. —le dijo mientras lo sujetaba con fuerza para transformarlos a ambos en sombras, viajando de manera rápida fuera de la caverna, atravesando el bosque de esa manera, hasta llegar cerca de su destino, viendo como el sol ya empezaba a salir, lo que significaba que viajar de esa forma sería un poco difícil. Por eso volvieron a sus formas comunes, y endosaron a viajar de portal en portal hasta llegar a la cima, en la ya abandonada sala del trono.

Era evidente que se había llevado acabo una pelea en el lugar, pues algunas columnas estaban destrozadas, al igual que parte de la construcción.

—No me siento bien. —le avisó el niño.
Macaque volteo a verlo, dándose cuenta de su rostro mareado.

—Ouh, quédate ahí un segundo, no te muevas. —lo dejó sobre el suelo con mucho cuidado, dejando que el pequeño se sentara. Era su primer viaje como sombra, era entendible su mareo.

—Pero dijiste que...

—Niño. Por favor.

—Bien... —le dijo el niño, permitiéndose al mayor inspeccionar el lugar volviéndose una sombra, revisando si alguno de sus hermanos seguía ahí, pero no había nadie a la vista.

A gift of destinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora