Capítulo 4

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Curar sus propias heridas no era algo que no hubiera hecho antes, después de todo, pelear y meterse en problemas era su especialidad, lo incomodo era tener a un pequeño observándolo, intentando ayudarlo aunque era obvio que no tenía idea de lo que hacia, y estaba seguro de que en realidad no le agradaba ver tanto sus heridas, pero intentaba poner las vendas sobre ellas, sin siquiera saber como ajustarlas o colocarlas.

—Esto es... penoso. —le dijo alzando su brazo para que el niño viera el mal intento de vendaje. Estaba sonriendo de manera juguetona, mientras que el cachorro lo miraba algo triste por sus palabras. —Pero agradezco el esfuerzo. —alzó una ceja, manteniendo su sonrisa juguetona. —Déjame enseñarte de nuevo. —ofreció sacando la venda mal puesta, asegurándose de ponerla de manera correcta en su propio brazo, de manera lenta, dejando que el niño lo viera.

Era un niño muy curioso, y usualmente aprendi muy rápido, claro que había cosas mas fáciles que otras, como empezar a vestirse solo, o caminar en dos pie igual que Macaque sin caerse, claro que de repente se rendía y volvía a caminar en cuatro patas, pero de verdad lo intentaba.

—Mejor. —dijo el pequeño con entusiasmo, aunque Macaque esta seguro de que era una pregunta, ya que otra vez estaba viendo el vendaje que tenia en su ojo derecho.

—Si, ya esta mejor. —le respondió tocándolo lentamente. El dolor era soportable, el único inconveniente seria la cicatriz, claro que seria muy sencillo ocultarlo con su glamore cuando su magia regresara por completo.

—Macaque... —el niño ya había aprendido algunas palabras en los días que llevaba con él, solo que parecía entender más de lo que hablaba. —Yo... quiero salir. —volteó a verlo con esos suplicantes ojos tiernos, sacándole una muy leve risa al mono de las sombras.

—¿Salir? —no esperaba escuchar esa petición, pero no le sorprendía, llevaban por lo menos una semana y media juntos, y en todo ese tiempo, el cachorro no había salido más allá del acantilado, siempre esperando con paciencia a que Macaque volviera con algo de comida cada que se aventurara en el bosque. Era natural que tuviera deseos de explorar.

El pequeño asintió rápidamente, esperando la respuesta de Macaque, quien en verdad estaba pensando con cuidado si llevarlo afuera era buena idea. No era que deseara mantenerlo dentro de la caverna, pero le daba algo de inseguridad salir aun con sus heridas presentes con compañía. Si algo ocurría, no podría defenderlos a ambos, en realidad le preocupaba un poco que el cachorro se emocionara demás y saliera corriendo o que al jugar dejara salir su magia y llamara mucho la atención.

—Por favor. —pidió con ojos suplicantes, acercándose mucho a la cara de Macaque.

—No debí enseñarle esas palabras. —pensó el mono de las sombras con algo de fastidio, mientras dejaba salir un cansado suspiro y apartaba al niño con ambas manos. —Bien, señor manipulador, iremos a fuera, pero no te separes mucho de mi, y cuando yo diga que volvamos, lo haremos ¿Ok? —el cachorro asintió, intentando mostrarse serio, frunciendo un poco el ceño, pero estaba tan emocionado que todo su cuerpo reflejaba su felicidad, como si resistiera las ganas de ponerse a saltar a modo de celebración.

Antes de partir, Macaque se quitó el vendaje del ojo, limpiándolo lo mejor posible, para no tener que salir con pruebas de que seguía débil, claro que los demás vendajes de su cuerpo tuvieron que quedarse en su lugar, después de todo, la ropa los cubriría, y en cuanto al cachorro, Macaque rebusco entre sus cosas y le colocó una capa roja muy vieja y desgastada con capucha. Capucha que el menor se quitaba a cada instante.

Ya que el pequeño solo sentía curiosidad, no había necesidad de acercarse a la aldea cercana, o a alejarse mucho de su escondite. Tal vez solo un simple paseo por el basque montaña abajo, o podría llevarlo al arroyo cerca que Macaque a veces podia escuchar cuando salía por comida.

A gift of destinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora