Aunque había dicho que solo sería una vez, el pequeño se quedó en la con Macaque al menos una semana más. Era peculiar, pues el mono de las sombras esperaba que el adorable cachorro, ya conocido por adorar los abrazos y afecto ajeno, aunque fuera algo pequeño, se mostrara empalagoso con el a la hora de dormir, sin embargo, el niño siempre se mantenía a la orilla de la cama, dándole la espalda a Macaque, llorando de repente en la madrugada, y deteniéndose a los diez minutos hasta quedarse dormido de nuevo.
Intentó animarlo, trayendo hoja y tiza de colores de la aldea, enseñándole como dibujar con ayuda de sus sombras que hacían figuras en las paredes que siempre le sábana al menos una leve sonrisa. También lo llevó a explorar la aldea y el bosque, usando un sello para que El Niño tuviera apariencia humana mientras salían, intentando que se animara como antes, curioso por todo a asu alrededor, pero usualmente solo caminaba al lado del mayor y observaba un poco.
No entendía muy bien el porqué, pero Macaque deseaba que El Niño de antes regresara, ya ni siquiera trataba de abrazarlo o tocaba sus manos con curiosidad como lo hacía los primeros días juntos.
Hubo días en los que lo vio conversando con niños humanos, jugando un rato hasta que ellos volvían con sus padres, aprendiendo ciertas cosas sobre las "familias", dándose cuenta de que a diferencia de esos niños, el no poseía un nombre, aunque comenzaba a creer que "Niño" era su nombre. Por suerte sus compañeros de juegos le hicieron ver su error, también diciéndole que debería tener una mamá y un papá.
El era diferente a esos niños, no solo por el hecho de ser un mono de piedra, o las demás habilidades mágicas dentro de sí, había algo que esos niños tenían, y el cachorro comenzaba a creer que el no, solo que era complicado de explicar.—Niño, hora de dormir. —le avisó Macaque, saliendo al acantilado, observando al aún decaído pequeño sentado a la orilla. —No deberías estar mucho tiempo ahí, alguien podría verte.
—Perdón. —dijo sin muchos ánimos, observando las estrellas una última vez.
—¿Te gustan? —se sentó un momento junto a él, esperando sacarle más palabras, por desgracia, El Niño solo asintió y siguió viendo, —Hace mucho que no las veía con atención. Antes solía verlas todo el tiempo, cuando las cosas a mi alrededor no eran importantes. —empezó a hablar el, con la esperanza de ser al menos escuchado mientras se acostaba sobre la roca, viendo como el niño hacía lo mismo pero más lento. —Yo vivía en una montaña, y en las noches, siempre escalaba hasta la parte más alta solo para mirar las estrellas y al océano de vez en cuando. Todo era tan simple entonces y tan... —volteó a ver al pequeño, notando de nuevo su rostro decaído, parecía aguantar sus lágrimas. —feliz... —completó, teniendo una clase de deja vu al verlo de esa manera.
...
—¿Y como se llama esa? —un muy joven Wukong le preguntó al mono de las sombras.
Su curiosidad le causaba gracia, pues, su nuevo amigo veía con ojos de asombro cosas que a él ya se le hacían comunes.
—Ese es el arquero ¿Ves? Ahí está su arco, y este debería ser su cuerpo. —intentó enseñarle la figura en base de estrellas con mucha calma.
Wukong inclinó la cabeza y entrecerró los ojos. —Yo solo veo un montón de... ¡Oh, ya lo vi, ya lo vi! —se emocionó demás al distinguirlo, saltando en su lugar un momento, sacándole una risa a Macaque. —Es genial...
—Si, supongo que si. —admitió Macaque con media sonrisa en el rostro, mientras volvía a acomodarse sobre la roca.
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A gift of destiny
Fiksi PenggemarLa muerte de Macaque a manos de Sun Wukong es presenciada por una diosa quien cree que el mono de las sombras merece otra oportunidad, ya que puede ver la bondad en su interior. Asi que, le pide un favor a Yan Wang, el supervisor del inframundo. ...