La vida de Kate no ha sido sencilla ya que, durante toda su vida ha sido ignorada y despreciada por su familia.
Especialmente por su madre, quien creía que estaba recibiendo alguna especie de castigo divino al tener a una niña que era la viva image...
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El final del verano llegó más rápido de lo que Kate esperaba.
Estaba deseando poder ir a Hogwarts, pero también estaba completamente nerviosa por la idea.
Durante el resto del verano se la había pasado leyendo todos y cada uno de los libros que Harry le había comprado en Flourish & Blotts. Todo con la intención de no sentirse como una completa ignorante una vez que llegará a Hogwarts.
Harry, por otro lado, parecía ser el más feliz en La Madriguera. La señora Weasley lo consentía como a un verdadero hijo. También se había portado de lo más cariñosa con Kate, pero ella nunca había sido particularmente afecta a las muestras de cariño.
La última noche, la señora Weasley había hecho aparecer un banquete con todos y cada uno de los manjares favoritos tanto de Kate como de Harry. Y culminó con un espectáculo de bengalas organizando por Fred y George mientras ellos bebían una rica taza de chocolate caliente, para después ir a la cama.
A la mañana siguiente, Kate fue despertada por Ginny, con quien compartía habitación y de quien se había hecho bastante cercana las últimas semanas, ya que ambas eran las únicas niñas.
La señora Weasley iba de aquí para allá, de muy mal humor, buscando unos calcetines y una pluma que al parecer Ron no podía encontrar.
Kate por su parte, se encontraba ayudando al señor Weasley a guardar en el auto el equipaje de todos, luego de que este casi se rompiera el cuello cuando cargando el baúl de Ginny se tropezó con una gallina despistada.
A la pelirroja no le entraba en la cabeza que nueve personas, siete baúles grandes, dos lechuzas y una rata pudieran caber en aquel pequeño y casi desvencijado auto. Aunque después todo tuvo sentido.
— No le digas a Molly ni media palabra sobre esto — le susurro a Kate cuando abrió el maletero para mostrarle como lo había ensanchado mágicamente para que todas las cosas pudiesen entrar.
