La vida de Kate no ha sido sencilla ya que, durante toda su vida ha sido ignorada y despreciada por su familia.
Especialmente por su madre, quien creía que estaba recibiendo alguna especie de castigo divino al tener a una niña que era la viva image...
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Instantes después de que Harry abandonara el Gran Comedor. Los prefectos dieron la orden a todos los estudiantes de que fueran a sus habitaciones a prepararse y que después bajaran a los terrenos del colegio.
Kate, al igual que todos los demás estudiantes, se apresuró a ir a su habitación y tomó el primer abrigo que encontró.
Sentía un enorme nudo en el estómago que se apretaba a cada segundo y casi no la dejaba respirar.
A su mente no dejaban de llegar espantosas imágenes a su mente de Harry, enfrentándose a un enorme y espantoso dragón.
¿Qué dragón sería el que le tocaría?
Según Charlie, el colacuerno húngaro era el peor de todos. Pero no había manera de que Harry de entre todos los campeones, tuviese tan mala suerte como para que justamente ese dragón fuese el que lo tocase. No, las posibilidades eran de, ¿qué? ¿Una en un millón? Seguramente.
Tratando de pensar de forma positiva, la chica salió de su sala común y se dirigió al vestíbulo en donde se encontró con Gareth, quien se encontraba de pie moviendo las manos de forma nerviosa, seguramente también debía estar asustado por Cedric.
— Hola — la saludó en cuanto se acercó a él —. ¿Qué tal estás?
— Nerviosa — respondió con sinceridad —. ¿Y tú?
— Igual — contestó él —. Estoy preocupado por Cedric.
En ese momento, Hermione y Dean se acercaron a ellos, ambos con expresiones nerviosas en sus rostros.
— ¿Están listos? — cuestionó Hermione.
Kate y Gareth asintieron y los cuatro comenzaron a dirigirse rumbo a los terrenos del castillo e inmediatamente se quedaron pasmados al ver el lugar. Al parecer habían puesto unas gradas enormes.
Gareth, Kate, Dean y Hermione comenzaron a subir por las escaleras de las gradas, buscando un lugar en el que pudiesen ver bien. Kate observó el escenario en el que Harry tendría que presentarse en algunos minutos mientras subía. Había una especie de nidada de piedra y en el medio yacía una especie de huevo de oro.
