La vida de Kate no ha sido sencilla ya que, durante toda su vida ha sido ignorada y despreciada por su familia.
Especialmente por su madre, quien creía que estaba recibiendo alguna especie de castigo divino al tener a una niña que era la viva image...
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Los tres nuevos presentes en la sala vieron todo el desastre que había en la habitación. Vieron a Ron Weasley, quien permanecía inmóvil sobre una cama; a Hermione Granger quien se encontraba encogida de miedo junto a la puerta; a Harry Potter, quien apuntaba a Black con la varita, y finalmente, al mismísimo Black, quien yacía desplomado a los pies de Harry.
— ¡Expelliarmus! — gritó Lupin.
La varita que sostenía Harry salió volando de su mano. También lo hizo la de Ron. Gareth las recogió todas y luego volvió a su lugar junto a Lupin.
Entonces, el profesor Lupin habló de nuevo, con una extraña emoción contenida.
— ¿Dónde está, Sirius?
Harry miró a Lupin. No comprendiendo lo que quería decir. Luego miró a Kate y Gareth, quienes también miraban al hombre tirado en el suelo de forma expectante.
Black no se movió durante algunos segundos. Pero luego, muy despacio, levantó la mano y señaló a Ron. Desconcertado, Harry se volvió hacia el pelirrojo.
— Pero, entonces... — murmuró Lupin mirando tan intensamente a Black que parecía leer sus pensamientos —, ¿por qué no se ha manifestado antes?
— ¿Tal vez porque es un traidor asesino? — sugirió Gareth con sarcasmo.
Harry frunció el ceño, completamente confundido.
— Profesor Lupin, ¿qué pasa? — preguntó el muchacho en voz alta —. ¿Qué...?
Pero no terminó la pregunta porque lo que vio lo dejó mudo. Lupin bajó la varita. Un instante después, se acercó a Black, le tomó la mano, tiró de él para incorporarlo y lo abrazó, como a un hermano.
Harry sintió como si le hubieran agujerado el estómago.
— Awww, pero que escena tan tierna — dijo Gareth con sarcasmo, mirando a Lupin y a Black abrazándose.
