La vida de Kate no ha sido sencilla ya que, durante toda su vida ha sido ignorada y despreciada por su familia.
Especialmente por su madre, quien creía que estaba recibiendo alguna especie de castigo divino al tener a una niña que era la viva image...
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Los días siguientes pasaron sin ningún incidente. A Kate le parecía bastante extraño y sospechoso el hecho de que todo estuviese tan tranquilo.
Los de Slytherin no la habían molestado ni una sola vez, de hecho, parecía ser que todo su ensañamiento iba ahora dirigido a Gareth, a quien molestaban sin excepción todos los días desde que llegaron.
— ¡Ay por dios! — Kate escuchó exclamar a Hermione.
La pelirroja levantó la mirada de su libro y abrió los ojos bien grandes. Gareth se acercaba a la mesa de Gryffindor con la ropa completamente empapada y arrastrando su mochila por el suelo, la cual iba dejando un charco de agua por donde pasaba.
— ¿Qué te pasó? — preguntó Ron con la boca llena de pastel de caldero y a su lado, Harry, quien había estado leyendo una copia de El Profeta, miraba también al Hufflepuff con la boca abierta y una expresión de desconcierto.
Gareth soltó un bufido.
— A los de Slytherin les pareció que sería divertido lanzarme un balde de agua helada desde la Torre de Astronomía — dijo.
— Esos idiotas — dijo Kate con molestia.
Gareth se dejó caer en el asiento junto a Ron quien se hizo a un lado para evitar mojarse también.
— ¿Y qué tal estuvo su clase de Defensa Contra las Artes Oscuras? — les preguntó Kate a Ron, Harry y Hermione.
El trío de oro soltó un fuerte suspiro conjunto.
— Fue completamente horrible — respondió Hermione —. Solo mira a Neville.
Kate giró la cabeza hacia donde el joven Neville Longbottom se encontraba sentado con la mirada perdida.
— ¿Qué fue lo que le pasó? — preguntó Gareth.
— El profesor Moody — dijo en un susurro Hermione — nos hizo una demostración en clase de las maldiciones imperdonables y bueno... hizo una demostración de la maldición cruciatus frente a él.
