La vida de Kate no ha sido sencilla ya que, durante toda su vida ha sido ignorada y despreciada por su familia.
Especialmente por su madre, quien creía que estaba recibiendo alguna especie de castigo divino al tener a una niña que era la viva image...
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Al día siguiente, Kate pasó todo el día en la habitación de Harry, aguardando junto a él a que Hedwig regresara, ya que Harry había enviado a la lechuza a que les entregara algunas cartas a Sirius, Ron y Hermione, cuestionándoles cuánto tiempo tendrían que quedarse allí. Pero, hasta ahora, Hegwig no había regresado con la respuesta.
— Entonces, ¿quién crees que le haya mandado a mi madre aquel vociferador? — preguntó Kate, quien en aquel momento se encontraba boca arriba sobre la cama del azabache.
Harry soltó un suspiro, y dejó caer la cuchara sobre el plato vacío.
— No tengo idea, y ella tampoco quiere decírmelo — explicó Harry.
— Todo este asunto es muy extraño, ¿no crees? — continuó Kate —. Me refiero a que, el comportamiento de mi madre no es normal en lo absoluto. Primero, su recuerdo de los dementores, luego, ella recibiendo un vociferador y pidiéndole a papá que te dejará quedarte. Y por si eso no fuera poco, esta mañana fue a verme a mi habitación por segunda vez en lo que tengo de vida y me pidió que me quedara contigo todo el día.
Harry asintió de acuerdo. — Si, tía Petunia se está comportando de manera extraña.
El chico entonces se quedó mirando fijamente al suelo con rostro pensativo.
— ¿Qué ocurre? — preguntó Kate al percatarse de su postura.
Harry negó con la cabeza. — No es nada.
Pero Kate lo conocía muy bien.
— Estás nervioso, ¿cierto? Por lo de la vista al Ministerio — dijo ella.
Harry asintió.
— ¿Acaso tú no lo estarías? — inquirió el chico —. ¿Qué tal si me expulsan del colegio? ¿Y si parten mi varita por la mitad? ¿Qué voy a hacer entonces, a donde voy a ir?
