La vida de Kate no ha sido sencilla ya que, durante toda su vida ha sido ignorada y despreciada por su familia.
Especialmente por su madre, quien creía que estaba recibiendo alguna especie de castigo divino al tener a una niña que era la viva image...
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Kate había caminado por el castillo hasta llegar al invernadero. Al llegar ahí, vio al resto de sus compañeros de casa quienes inmediatamente pusieron una mueca de asco al verla aparecer y se alejaron de ella como si fuera portadora de la viruela de dragón. Kate viro los ojos por la actitud infantil de todos ellos y se acercó hasta los alumnos de la casa Ravenclaw, con quienes compartía clase, y espero pacientemente al lado de ellos a que la profesora Sprout llegará.
— Es curioso, ¿no crees? — pregunto de pronto una niña rubia que estaba parada a su lado.
Kate la miró interrogante. — ¿Disculpa?
— La forma en la que el comportamiento de las personas tiende a cambiar cuando alguien resulta no ser lo que esperaban — dijo la rubia.
— Bueno, supongo que es normal — dijo Kate —. A la mayoría de las personas no suele gustarles mucho descubrir que alguien estuvo fingiendo ser alguien que no eras.
La Ravenclaw se encogió de hombros. — A veces no tienes otra opción.
Kate lo pensó por un momento. En realidad, la rubia tenía razón.
— Por cierto, me gustan tus aretes — dijo refiriéndose a los aretes con forma de estrella que los Tonks le habían obsequiado en navidad y que Kate había decidido ponerse ese día —. Yo solía tener unos que eran tan lindos como esos, pero los Nargles se los llevaron.
Kate quiso preguntarle a la niña que cosa era un Nargle, pero antes de que pudiese hacerlo, la profesora Sprout se acercó hasta ellos con una enorme sonrisa.
— Hola, muchachos, ¿cómo se encuentran?
La profesora Sprout era una bruja pequeña y rechoncha que llevaba un sombrero remendado sobre la cabellera suelta. Sus ropas generalmente siempre estaban manchadas de tierra, y Kate creía que si su madre viera cómo llevaba las uñas, se abría desmayado. Era la jefa de la casa Hufflepuff, y Gareth solía decir que era una mujer muy amable que siempre estaba de buen humor, y que a él le agradaba mucho. Aunque Kate jamás había convivido tanto con ella como para tener una opinión al respecto.
