La vida de Kate no ha sido sencilla ya que, durante toda su vida ha sido ignorada y despreciada por su familia.
Especialmente por su madre, quien creía que estaba recibiendo alguna especie de castigo divino al tener a una niña que era la viva image...
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Gareth bajo las escaleras y se escondió detrás de una de las columnas que había en el vestíbulo observando su entorno. Se sentía como uno de esos espías que salían en las películas que su padre solía ponerles.
Había algunos estudiantes en el vestíbulo, alumnos que probablemente se habían aburrido con todo el bullicio de la fiesta y ahora pasaban un rato fuera de la sala.
Las puertas del Gran Comedor se encontraban abiertas y no había nadie vigilando.
Perfecto. No podría haber tenido una mejor oportunidad.
Sin esperar un segundo, el Hufflepuff salió de su escondite y echó a correr rumbo a la puerta del Gran Comedor, pero cuando estaba a tan solo unos centímetros...
— Señor Tonks.
El joven se detuvo por completo y giró lentamente. El profesor Snape se encontraba Detrás de él, mirando fijamente en su dirección con el rostro serio e inexpresivo, pero que extrañamente lograba helarte la piel.
— Profesor Snape — dijo Gareth una vez que pudo encontrar su voz nuevamente —. ¿Cómo se encuentra? ¿Está disfrutando el baile?
El hombre lo observó durante un par de segundos.
— ¿Qué está haciendo aquí?
Gareth sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral, pero supo ocultar su nerviosismo.
— Yo solo... salí un momento a tomar aire fresco — explicó. Luego, abanicándose con la mano agrego: — Hace un calor infernal allí adentro, ¿no cree?
— ¿Usted vino al baile? — preguntó Snape con un tono cargado de incredulidad.
Gareth lo miró, fingiendo estar ofendido.
— ¡Claro que si! ¿Acaso no me vio?
Snape frunció el ceño.
— ¿Y en dónde ha estado? Una presencia tan ruidosa como la suya es francamente difícil de ignorar.
