Chocolate dulce

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Las nubes estaban claras y el viento soplaba con levedad, el sol se alzaba en el cielo y el castillo estaba extrañamente en paz.

Hasta que la princesa Rhaenyra dio un fuerte grito en el pasillo.

La princesa había entrado en trabajo de parto y pronto el castillo se volvió un caos, sirvientes corriendo de un lado a otro y Laenor transportando en sus brazos a su esposa hasta la habitación más cercana… la del rey Viserys.

La partera llegó en tan solo segundos y Laenor fue sacado de la habitación, esperando afuera con nervios el nacimiento de su segundo “hijo”. Pronto se le unieron el rey Viserys y la reina consorte Alicent.

Laenor podía ver la maldad en los ojos de esa mujer, el deseo de que su segundo hijo tuviese el cabello castaño como el primero. Y lo más probable es que fuese así, eso no borraba el hecho de que era su hijo por apellido y el estaba dispuesto a todo por defenderlo incluso de la mismísima reina.

Cuando finalmente los gritos de la princesa dentro de la habitación cesaron, se escuchó el chillido de otra mujer y Laenor entro de inmediato al cuarto… 

Un olor a chocolate suave lo golpeó al dar tan solo un paso dentro. 

El olor de un Omega.

La princesa heredera Rhaenyra Targaryen había dado a luz a un omega.

El pequeño bebé tenía la piel tan clara como algunos Targaryen y su nariz era pequeñita y respingada, sin embargo en su cabeza podía visualizarse una pequeña mata de cabellos cafés. Y aún así, eso no quitaba que fuese el bebé más hermoso que Laenor haya visto en su vida.

Avanzo con paso decidido, sus instintos le decían que lo cargará, necesitaba sujetarlo y alejarlo de cualquiera que le intentará hacer daño. Mantenerlo fuera del alcance de Alicent Hightower.

Pero fue detenido por una sirvienta beta, Laenor era un Alfa y como el Rey Viserys estaba siendo afectado por el aroma de un omega recién nacido. Ambos fueron sacados de la habitación, no era seguro para ellos y el bebé que estuvieran cerca hasta que el olor se haya disipado. 

Aún afuera el olor a chocolate dulce era fuerte, tanto que el rey se sentía mareado y Alicent tuvo que ayudarlo a sostenerse. Laenor sabía que el olor probablemente ya estaba extendiéndose por todo el castillo, podía verlo en la forma en que los sirvientes de los pasillos cercanos tambaleaban o se sujetaban de la pared. 

Esto no era normal. 

Laenor tenía una hermana omega y ni siquiera su olor le afectaba tanto, había estado en contacto con omegas de días de nacidos y aún así no tuvo la misma reacción.

Laenor se aproximo a la ventana más cercana y asomo su cabeza, respirando el cálido viento. Pero incluso afuera el aroma parecía extenderse lentamente, cómo si los dioses desearan que todos se enteraran de la llegada del pequeño omega a este mundo.

Alzando su mirada al cielo claro, observando cómo las nubes parecían decorarlo todo y el sol resplandecer mucho más de lo habitual, el moreno finalmente entendió… 

El nacimiento de este omega sería el inicio de un gran cambio.

El omega que fue prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora