Durante algunos días las cosas parecieron estar tranquilas. Demasiado tranquilas. Y esto era claramente un grito de alerta para Lucerys. No era normal en este castillo que lo dejaran en paz.
El tiempo le dio la razón, siendo una semana después, durante la mañana se había dado aviso de una convocatoria de reunión por la tarde. Todos debían asistir.
Suspirando pesadamente, Lucerys tomo sus mejores ropas. Todas en tonos azules, representando a los Velaryon. Mientras que su velo era del tono celeste más claro. Una indudable burla hacia la reina, quién sabía que ya no era puro y aún así se jactaba de llevar aquel velo.
En el salón del trono, se encontraba la mayor parte de la corte. Al igual que su familia, desde Rhaenyra hasta Jacaerys. Como aquellos que pertenecían a los verdes. Aegon le sonrió descaradamente. Desde el día en la calle de la seda, el muchacho había agarrado una confianza que a algunos les parecía irritante, en especial a cierta beta.
– Madre.
El omega realizó una reverencia, recibiendo un asentimiento por parte de su progenitora. Se coloco a un lado de ella, un poco detrás. Cregan estaba cerca de la puerta, en su puesto de protector.
Algo le decía que está reunión no iba a gustarle. No sabía porque era, tal vez por el rostro lleno de confusión de Alicent, la forma en que Daeron no le quitaba los ojos de encima, la manera en que su madre no dejaba de apretar su mano.
El ambiente era tan tenso, ambas familias se veían. Y Rhaenyra no paraba de esparcir su olor alfa sobre ellos. Dejándole claro a los verdes que protegería a su familia a toda costa. Alicent era una beta, no tenía aroma. Pero intentaba mantener su mirada firme en contra de la heredera.
El silencio sólo fue cortado cuando el último hombre invitado de la corte entró. Otto alzó su voz sobre el lugar, atrayendo la atención.
– Gracias por asistir a esta reunión tan repentina. – El hombre dijo, mirando alrededor.– Daeron, danos la razón de esto. Te escuchamos.
– Se que es repentino. Pero anoche estuve hablando con nuestro rey. – El alfa alzó su voz. – Le expresé mis deseos sobre contraer matrimonio y mantener nuestra línea pura.
Ante eso, Lucerys observo la sonrisa burlona de Alicent. Sin duda interpretando aquellas palabras como un insulto, incluso si no eran dichas con ese objetivo.
– A lo que mi padre ha respondido otorgándome el permiso. Es por esto, que delante de la corte, deseo pedir la mano de mi sobrino, el príncipe Lucerys Velaryon.
Eso sin duda había quitado toda sonrisa del rostro de la beta, mirando con total sorpresa a su hijo. Rhaenyra apretó más fuerte la mano de su cachorro y Lucerys pudo oler el aroma territorial de su hermano cubriéndolo. Él mismo no sabía que hacer, no estaba preparado para aquello.
– Me temo que no puede ser. – Alicent se negó de inmediato. – El omega ya está comprometido con mi hermano, Thomas Hightower.
– Ese compromiso no es válido. – Rhaenyra gruñó, interveniendo en defensa de su niño.
– Lamentablemente para mí tío, la princesa tiene razón, madre. – Daeron sonrió, pareciendo tenerlo ya todo calculado.– El príncipe Lucerys tenía poco menos de cinco años cuando hizo aquella promesa. No tenía edad para saber siquiera a lo que se estaba comprometiendo, ni para decidir algo sobre un posible lazo de unión. No hay papel, ni acuerdo. Ese compromiso no es válido desde hace años.
La voz del alfa no dejaba lugar a dudas, por lo que la reina no tuvo más opción que bajar la cabeza y aceptarlo.
Lucerys entonces entró en pánico, sabía que su madre no lo permitiría pero ¿Que tanto podía negarse si no había otro posible candidato elegible? El aire comenzó a faltarle y su mirada denotaba la incertidumbre de no saber lo que pasaría.
Cregan, que había estado atento y escuchando cada palabra, vio el miedo en Lucerys. No podía permitir que la mano del omega cayera bajo las garras de este hombre del que apenas sabían poco. No era de confianza aún, no merecía el lazo con su príncipe.
– Quiero pedir la mano del príncipe Lucerys también. – El lobo dijo, alzando su voz y caminando hacia el centro de la sala del trono.– Si se me permite, he sido su protector y creo que no hay nadie más capacitado que yo para un enlazamiento. El norte ya reconoce la legitimidad de la princesa Rhaenyra y son leales a Lucerys.
– Si hablamos de capacidad de protección, yo estoy más que calificado para ello. Estuve junto a Lucerys desde el momento de su nacimiento. – Jacaerys dijo, dando un paso enfrente. – Soy quién debería tener el honor de un lazo matrimonial con mi hermano.
– En realidad. – Aemond empezó a decir, avanzando hacia el centro incluso cuando Alicent intento detenerlo.– Yo soy el más digno. Lucerys me marcó desde temprana edad. Entrene día y noche solo para convertirme en un hábil guerrero capaz de proteger a mi sobrino, además poseo a Vaghar, la dragona más grande de los siete reinos. Con ella esta más que asegurada su protección.
Otto, harto de la situación, alzó su voz sobre la de los cuatro alfas que parecían querer gruñirse entre si por la mano de Lucerys.
– ¿Alguien más?
– Yo.
Lo que había sido una pregunta de burla, termino en una tragedia si le preguntarán a Alicent. Pues Aegon alzó su mano burlonamente, sonriendo.
– No tengo razones, sólo creo que puedo ser buen esposo.
Aunque el momento era tenso, Lucerys no pudo evitar que una pequeña sonrisa apareciera en su rostro al escuchar a su tío.
– Esto es una tontería. Yo fui quién pidió la mano de Lucerys primero. – Daeron se quejó.
– Pero yo soy su hermano.
– Yo soy su protector.
– Yo bebí vino con él. – Aegon volvió a romper el ambiente.
Lucerys suspiro pesadamente y dio un paso adelante, mirando a los alfas. Alzando su cabeza y manteniéndose firme.
– Señores. – Empezó con voz grave.– Mi mano no es un trozo de carne por el que deban pelear como animales. Desde que me fue encomendada la tarea de encontrar un alfa para contraer matrimonio, me encargué de dejar muy en claro que solo a quien yo considere digno, obtendrá mi mano.
– ¡Ahí está! – Daeron dijo, apuntando hacia Lucerys. – Sólo quién considere digno. Entonces propongo que seamos juzgados por usted, príncipe Lucerys. Sólo necesita pasar tiempo con cada uno y sabrá, obviamente, que yo soy el indicado.
Cregan no pudo evitar soltar un resoplido ante tal confianza en aquel hombre. Tan terco igual que todos los Hightower.
– No creo que eso sea buena idea...
– Pero lo es. – Alicent intervino, cortando cualquier cosa que Lucerys fuera a decir. – Tal vez pasar un tiempo con cada uno, abra su mente y escoja al indicado.
Por supuesto, Lucerys sabía que la reina solo decía aquello pues para todos era claro que de escoger a alguien, sería a su hermano o a Cregan. Nunca a un hijo de la reina. Pues la rivalidad entre su madre y ella era demasiado grande. Y el joven omega siempre apoyaría a su progenitora.
– Bien.
El menor aceptó, harto de toda este show sin sentido. Su mirada se dirigió hacia Daeron, dejándolo helado por la furia en sus ojos.
– Pero si alguno hace algo para molestarme, tomaré a mi dragón y los quemaré vivos.
Media vuelta y el sonido de sus pasos saliendo de la sala del trono fue todo lo que se escuchó durante largos minutos, en los que Daeron sólo pudo contener la respiración.
Vaya lío en el que se había metido.
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El omega que fue prometido
FanficLucerys Velaryon nacido como un Omega en un mundo donde los Alfas mandan y aquellos con su casta son solo medios usados para alianzas matrimoniales. Pero Lucerys sabe que merece más que solo ser un esposo trofeo, el sabe que vino a este mundo para...