Dagda Lannister

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Lucerys estaba bastante feliz los últimos tres días, tener intimidad con Cregan resultó ser increíblemente placentero. Aunque sus caderas habían dolido todo el día siguiente, pero era un sacrificio que estaba dispuesto a soportar.

Había tenido que tomar un té de luna, ya que fue anudado y eso podía traer consecuencias, Lucerys deseaba un bebé, pero no ahora. No es que le importará mucho tener bastardos, solo no se sentía listo para tener hijos.

Desde luego, Daemon visito su habitación y le conto acerca de los que habían salido detrás suyo después de matar a Vaemond. También se aseguró de dejarle claro a Lucerys que había echo lo correcto. Y confirmo las palabras de Cregan, si no lo hacía Luke, lo habría hecho otra persona.

Así que Lucerys dejo la culpa de lado, aunque también ayudo que Cregan lo follara tan fuerte para olvidarse del tema.

Lucerys sabía que Daemon se dió cuenta de que su habitación apestaba a feromonas de apareamiento y que Cregan llevaba encima el fuerte olor a fuego de dragón, perteneciente al joven omega. Pero el beta no dijo, ni mencionó nada. Incluso parecía un poco orgulloso.

Rhaenyra también había visitado a Lucerys y lo abrazo durante un par de horas, sabiendo que su pequeño niño ya no lo era más. El omega estaba creciendo, convirtiéndose en un príncipe recto y derecho, pero eso no quitaba que se preocupara por él.

Jacaerys vino también, aunque el si observo a Cregan durante algunos minutos, pero no parecía enojado, no realmente. Cómo si el que Cregan tocará a Lucerys era aceptable, pero no Dalton.

Lucerys recibió tantas visitas ese día.

Incluida la de Alicent, quién había ido para comunicarle que el rey dictó un comunicado de que Lucerys no recibiría ningún castigo por sus acciones y aquellos que se atrevieran a insultarlo, sufrirían el mismo destino de Vaemond. La beta parecía demasiado disgustada, pero dado que era una orden del rey, no podía hacer nada.

Lucerys agradeció y cuando la mujer se fue, se dejó caer en la cama. Completamente agotado.

Ahora, tres días después de los sucesos, Luke se encontraba merodeando en el pueblo. Dalton estaba comprando algunas cosas que necesitaba y Lucerys estaba bastante feliz de acompañarle. Necesitaba salir de esa fortaleza.

Cregan fue llamado para recibir un regalo de parte de su padre para el joven omega, así que no los había acompañado. Pero eso estaba bien para Luke, no tenían que estar siempre pegados.

Bueno, pegados por el nudo, si. Lucerys no se negaba a eso.

Luke se había distraído tanto, pensando en obscenidades, que cuando volteo para buscar a Dalton, no lo encontró. Se alteró, recorriendo con la mirada el pueblo, tratando de ver la capa roja del alfa.

Cuando finalmente la localizo, miro como el hombre se alejaba del pueblo, caminando hacia el bosque. Lucerys alzo una ceja y lo siguió. No entendiendo que pretendía el alfa con eso.

Mala idea.

– ¡Dragón, dragón! – Dalton gritaba unos minutos después, del otro lado del pueblo, buscando al muchacho.

Nunca lo encontró.

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Lucerys caminaba entre las plantas, había perdido la cuenta de los árboles que pasaron, aún cuando le había gritado a Dalton, este no se detenía. Realmente esperaba que no quisiera hacerlo en este lugar, le había dejado en claro que aquella noche en la calle de la seda era la unica vez en que sus cuerpos se unirían.

El omega que fue prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora