El rey en el norte

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Lucerys se levantó temprano esa mañana, saliendo del fuerte abrazo de su hermano, se metió a su cuarto de aseo personal y tomo un largo baño. Aún podía oler el débil aroma de Thomas Hightower en su piel, solo esperaba que no fuera tanto como para que algún otro alfa se diese cuenta.

Al salir su hermano ya estaba vestido y veía pensativo por la ventana, recargado contra una pared. Hasta que volteo a verle, Lucerys sintió que lo estaban examinando. Jace era su hermano de sangre, no tenía porque sentirse nervioso, aún así la mirada que le daba le causaba breves escalofríos.

– ¿Sucede algo, hermano? – Pregunto Lucerys acomodándose mejor la bata.

– Eres hermoso, Lucerys. – Jace dijo de repente, causando que el omega se sobresaltara, no esperando tal halago. – Sin duda hay muchos alfas detras tuyo... Pero aún no he cambiado de opinión. Aunque si has encontrado a alguien y ustedes han tenido...

– ¡No, por supuesto que no! No me he acostado con nadie, Jace. – Luke aclaró rápidamente.

El alfa frunció el entrecejo y se quedó callado unos momentos, pareciendo volver a pensar las cosas. Entonces se acercó al menor y tomo sus manos entre las suyas.

– Si algún alfa estúpido te está molestando, me lo dirías ¿Verdad?

Lucerys permaneció en silencio, acordándose de Thomas Hightower y las feromonas que sintió, eso sin duda era una molestia. Pero decirle a su hermano solo agrandaría el problema y si la reina Alicent intervenía por Thomas, se desataría una nueva pelea entre su madre y la otra mujer.

– Por supuesto, eres mi hermano, si alguien me molesta te lo diré de inmediato. – Lucerys respondió con una falsa sonrisa.

Y aunque Jacaerys no pareció del todo convencido, el tema no volvió a tocarse durante el desayuno, optando por simplemente pasar tiempo juntos antes de que Lucerys partiera al norte. Jace quería acompañarlo pero tenía demasiadas lecciones de Valyrio... Y no había sido invitado al festín.

Rhaenyra, aunque estaba un poco enojada con su padre, había ido a despedir a Lucerys a la entrada de la fortaleza. Pidiendo que regresará cuánto antes y que no se quedará solo con ningún alfa aparte de su protector, argumentando que era peligroso para un omega no enlazado estar a solas con quién sabe que tipo de alfas.

Lucerys solo había suspirado y negado con la cabeza, abrazo a su madre con fuerza y recibió un beso en la frente. Se despidió de su hermano Joffrey con un gran abrazo y prometió traerle regalos.

Lucerys entonces subió al carromato real junto a Cregan y el viaje comenzó.

Mientras Luke observaba como se alejaba cada vez más de la fortaleza, pensaba también en lo que Thomas le había dicho, su voz revoloteaba por su cabeza tan fuerte que le causaba un terrible dolor.

Pero lo que más aterraba a Lucerys eran las dudas. Desde la noche anterior no dejaba de preguntarse si Thomas tenía razón, si su mejor opción sería simplemente aceptar su propuesta y salir de la fortaleza, de todo ese juego de poder que Alicent y su madre tenían. Si irse lejos ayudaría a que se sintiera más libre.

Sabía que había gente que no lo veía como un simple omega, el pueblo de Desembarco se habían puesto de rodillas ante él y aún ahora muchos continuaban visitando la fortaleza para rezar en su nombre, como si fuese su nuevo dios, un elegido.

Y aún así su abuela Rhaenys tenía razón. Quienes se habían puesto de rodillas eran plebeyos y mientras tanto los nobles seguían compitiendo por quien le abriría las piernas y pondría un niño en su interior.

Las dudas lo estaban ahogando lentamente.

Lucerys...

Cregan le llamo, sacando al joven de su lamento interno. El alfa extendió una mano con una pequeña caja en ella, Lucerys alzo una ceja y confundido la tomo.

El omega que fue prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora