El omega que fue prometido

El sueño de Aegon

Rhaenyra veía atentamente las palabras grabadas en la daga, las llamas iluminando su rostro.

– De mi sangre nacerá el Omega que fue prometido... y suyo será el destino del mundo. – Susurro al viento.

Recordaba las palabras dichas por su padre el día que le confío el secreto del sueño de Aegon:

–"Aegon el conquistador soño con un omega nacido de su sangre, aquel que gobernaría los siete reinos y sería quien decidiera el destino del mundo. Ese omega tendría en sus manos la decisión de llevar a los reinos a una era de grandeza o destruirlos por sus pecados. Pero un Omega con mucho poder, es el mayor miedo de cualquier Alfa... por ello nuestros antepasados han casado a los omegas a una corta edad, así se dedicarían solo a su alfa y cachorros, nunca obtendrían verdadero poder. "

Rhaenyra había preguntado "¿Y tú eres diferente a nuestros antepasados, padre?"

El rey le respondió "Lo soy, hija mía. Creo que el Omega prometido nacerá pronto y si en mi está, me gustaría ayudarle a llegar a la cima. Tal vez de esa manera, ese omega decida salvarnos en lugar de condenar a todo el mundo a su fin."

Rhaenyra solo había guardado silencio aquel día, ella era un mujer alfa y aún así sería difícil que el mundo la aceptará totalmente como heredera. No podía ni imaginarse a los hombres aceptando a un omega cómo gobernante. Pero tal vez su ascenso al trono cambiaría algo, abriría camino para el príncipe omega prometido de la profecía.

Tal vez en un mundo gobernado siempre por alfas, un omega cómo rey traería un reinado fresco y nuevo.

Pero eso solo los dioses lo decidirían.