Vaemond Velaryon

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Las noticias de las acciones de Lucerys se esparcieron rápidamente por los siete reinos, causando un gran alboroto, tal y como se predijo: muchos pretendientes retiraron su pedida de mano del príncipe.

Lamentablemente fueron menos de la mitad.

Algunos argumentaron que el hecho de que Lucerys ya no fuese puro, era muchísimo mejor, un omega con experiencia era único y más deseado.

Lucerys quería darle un golpe a todos esos alfas, bola de idiotas, demasiado obsesionados con abrir sus piernas. Al menos Dalton solo seguía siendo el mismo aún después de aquella noche.

Alicent estaba cada vez más insoportable, observando a Lucerys como si hubiese cometido el mayor de los pecados.

Lo único bueno, es que aunque Rhaenyra parecía enojada al principio, luego de hablar con Daemon, había aceptado que lo que Lucerys hizo era una buena estrategia. Alicent quería humillarlo y Lucerys no era de los que se dejaban, deberían haber esperado que hiciera algo como eso.

Rhaenyra debía admitir que estaba un poco (mucho) orgullosa de su amado hijo.

Sin embargo, todo este alboroto solo era el principio de algo más grande, pues una semana después de dichos acontecimientos, llegó una carta a la fortaleza. Dónde Vaemond Velaryon solicitaba una reunión de reclamo.

En la carta venía bastante bien especificado, que Lucerys no era un digno heredero y que debía ser despojado del título, así mismo se exigía una disculpa del omega a Daemion Velaryon, a quién había insultado al no aceptar su propuesta de cortejo.

Lucerys realmente quería golpear su cabeza contra una pared, no podía tener ni un solo día tranquilo, la gente le hartaba tanto.

La solicitud de reunión fue aceptada para el día siguiente, se le pidió a Luke que preparara su defensa, el porque debía seguir siendo heredero. Lo cual era una estupidez, el mismo Corlys lo había nombrado, ni siquiera debían tomar en cuenta la petición de Vaemond.

Tarde por la noche, Lucerys visito los aposentos de su abuelo, leyendo para el viejo hombre un libro del norte, calmando su dolor con su dulce voz. Cuando finalmente fue hora de irse, Luke pidió unos minutos más al rey y le explicó lo que estaba pasando.

– Todos estarán en mi contra, tienes que apoyarme, abuelo. – Lucerys pidió, una vez que había explicado todo.

– Te apoyo, mi nieto. Pero postrado en esta cama, no hay mucho que pueda hacer. – Viserys se lamento.

– Entonces levántate, mi rey. Tienes la sangre del dragón en tu interior, eres fuerte y poderoso, ponte de pie y defiende a tu protegido, a tu favorito, a la joya mas preciada de la corona. – Lucerys tomo las manos deterioradas del mayor, tenía los ojos rojos, conteniendo las lágrimas.

Viserys miro al joven principe, su pequeño guerrero, su nieto amado, era la mayor de sus preocupaciones. Sabiendo que el mundo aún era demasiado cruel, que no aceptaban fácilmente que un omega tuviera los privilegios y poder que Lucerys ya tenía. Deseaba protegerlo, realmente quería.

– Lucerys...

– Es hora de la medicina del rey, mi príncipe. – Una criada dijo, con la voz un poco baja, con temor de molestar al muchacho.

Lucerys miro a la sirvienta y la medicina que traía, suspiro pesadamente y se limpio la cara, procedió a darle un pequeño beso en la frente al viejo hombre y hacer una reverencia.

– Que descanse, mi rey.

Dicho eso, se retiró de los aposentos, dejando atrás a un muy preocupado alfa.

El omega que fue prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora