Su protector

2.9K 335 78
                                    

Lucerys entro a su habitación como un torbellino, completamente alterado por lo que había hecho. Se arrancó el velo ensangrentado de la cabeza y lo comenzó a romper, destrozando la tela con sus manos, lo arrojo al suelo y lo pisoteo.

Cregan entro a los aposentos y miro el estado de su príncipe, corrió de inmediato a abrazarlo por detrás, deteniendo al muchacho.

Lucerys grito desesperado cuando fue sujetado, completamente fuera de si, como un animal que había sido atacado. Pero Cregan era bastante fuerte, por lo que los intentos del omega por soltarse fueron en vano. Incluso si comenzó a patalear.

– Está bien, Lucerys. Tienes que calmarte, todo estará bien. – Cregan le dijo al oído, aún luchando con la adrenalina del muchacho.

– ¡Suéltame, Cregan! – Ordeno Lucerys. – ¡Yo soy tu príncipe, debes obedecer!

– Y lo haré, cuando te calmes, Lucerys. Estás demasiado alterado, debes respirar y tranquilizarte. – Cregan apretó más al chico en sus brazos. – Se que estás alterado por lo que hiciste, pero no debes preocuparte, estuvo bien. Ese imbécil lo merecía, si no lo hacías tú, creeme que varios en ese lugar lo hubieran hecho.

Lucerys siguió dando patadas al aire, aún resistiendo, hasta que eventualmente se canso y dejo de pelear contra su protector.

– Lo mate... Cregan, he matado a alguien. – Lucerys susurro con voz apagada.

– Lucerys...

El joven lobo soltó al muchacho, dándole vuelta y envolviendo sus brazos a su alrededor, dándole un abrazo correcto.

– Está bien, mi príncipe. – Le susurro al oído. – Entiendo que este alterado, es la primera vida que toma y me temo que no será la última.

– Manche mis manos con sangre, Cregan...

– Lo se, mi príncipe. Se que está aterrado, se que tiene tanto asco al ver el rojo en su cuerpo, pero no debe arrepentirse. – Cregan tomo la mejilla del menor y lo miro a los ojos. – Hiciste lo correcto, Lucerys. Nadie debe atreverse a insultar tu nombre, jamás. Quien lo haga, pagará con sangre.

Lucerys miro fijamente al mayor, observando cómo los ojos del joven lobo brillaban con intensidad, el tono de su voz era tan decidido y sincero.

– Ayúdame, Cregan. No quiero pensar más en esto, te necesito.

El menor susurro y entonces se abalanzó sobre los labios del alfa, besándolo intensamente, queriendo distraerse por un momento, olvidar al mundo un instante.

Cregan correspondió gustoso al beso y empujó al menor, haciéndolo retroceder hasta la cama, cayendo ambos en esta. El joven lobo miro al menor, está vez no había vuelta atrás, no tenían porque detenerse.

– Lucerys...

Cregan beso nuevamente al omega, comenzando a quitarse la ropa como desesperados, arrancando cada prenda, deseando sentirse el uno al otro. Habían anhelado esto hace tanto tiempo, siempre jugando con fuego y ahora se quemarían en el.

Cregan desnudo al menor tan rápido como le fue posible y beso cada parte de esa suave piel, dejando marcas en lugares que la ropa taparía, adorando el cuerpo del joven príncipe.

Lucerys se dejó hacer, permitió que el alfa besara cada centímetro suyo, que repartiera besos en todo su cuerpo. Se dejó adorar y amar, se dejó llevar.

La habitación entera estaba llena de feromonas calientes, las de un alfa deseoso y un omega dispuesto. El aroma de Lucerys sobrepasaba por mucho al de Cregan, algo poco común en un omega pero el joven lobo sabía que su principe no era igual al resto.

El omega que fue prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora