Aunque la coronación había sido hace apenas un día, Lucerys seguía tan cansado como en aquel momento, esa mañana en particular estaba terriblemente harto de todo.
Sabía que ser rey traía consigo demasiadas responsabilidades, era algo que estaba dispuesto a afrontar, pero decidir el destino de los Hightower era más difícil de lo que en un principio pensó.
Alicent siempre había sido un dolor de cabeza, pero la mujer trajo felicidad al corazón del difunto rey, durante tantos años. Incluso si ella tal vez nunca llegó a amar a Viserys como un hombre y solo lo respetaba como rey, Lucerys sabía lo mucho que su abuelo la había querido.
Destinar un cruel castigo para ella no parecía una buena opción. Pero tampoco podía quedarse impune.
Por lo que, Lucerys entendió que ella debía morir, todos los caminos llevaban a lo mismo. Pero sería de una manera rápida y directa. No un veneno que le haría desangrarse, no una tortura de horas, algo corto y certero.
Una ejecución pública.
Al menos ella se iría rápido...
Lamentablemente, cuando Lucerys estuvo listo para dar la orden, una noticia inesperada y desalentadora le fue dada. Criston Cole, Otto y Thomas Hightower habían desaparecido de los calabazos. No sabían con qué ayuda, ni con que objetivo, dado que no habían ido contra Lucerys. Pero ya no estaban en la fortaleza.
Aemond había estado furioso y desató todo su enojo en revisar a cada guardia y miembro de la corte, interrogando a todos y confirmando si su lealtad era a favor de Lucerys o en contra.
Algunas cabezas habían rodado.
Y aunque Lucerys no estaba muy contento con ello, entendía que el temperamento de Aemond era bastante inestable. Por lo que dejo pasar este suceso por esta vez.
Después hablaría con él sobre el claro autocontrol que le hacía falta.
Por ahora, habían cosas más importantes que tenían su atención, como el hecho de descubrir que en una de las habitaciones, estaba su abuela, Rhaenys Targaryen, privada de su libertad.
No entendía que era lo que Alicent había querido lograr con ello, sinceramente. Era obvio que Rhaenys no la apoyaría en una posible usurpación, era la reina que nunca fue, la mujer a la que se le negó su derecho al trono.
- Lamento no haber venido antes. - Lucerys dijo, entrando a los aposentos donde su abuela se encontraba. - Hubieron algunos asuntos que requirieron mi atención, pero en cuanto supe que estabas aquí, intenté hacer a un lado todo.
- ¿Esos asuntos tienen que ver con una coronación? - Rhaenys pregunto. - ¿Estás apoyando a esa horrenda mujer y su plan de usurpación?
- No es así, Aegon no fue coronado como rey. Y Alicent actualmente está en la misma situación que tú. - Respondió.
Ante ello, Rhaenys se dio vuelta, pues había estado mirando por una pequeña ventana. Encontrándose con una imagen que sin duda no esperaba.
Lucerys portaba un hermoso traje negro con detalles dorados en toda la tela y sin embargo, eso no fue lo que llamo su atención, ni la ausencia de un velo.
Era la corona.
La que aquel omega llevaba sobre su cabeza.
- ¿Que hiciste? - Pregunto desconcertada, acercándose un par de pasos. - ¿Que fue lo que te atreviste a hacer, Lucerys?
- Nuestro difunto rey me nombró su heredero, su sucesor directo. - Él dijo, observando como la sorpresa se extendía por el rostro de su abuela, entendiendo que sus palabras eran inesperadas. - Ascendí al trono de hierro y fui coronado como el rey Lucerys Targaryen, como Viserys deseaba.
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El omega que fue prometido
Hayran KurguLucerys Velaryon nacido como un Omega en un mundo donde los Alfas mandan y aquellos con su casta son solo medios usados para alianzas matrimoniales. Pero Lucerys sabe que merece más que solo ser un esposo trofeo, el sabe que vino a este mundo para...