El rey y la profecía

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Habían pasado un par de horas desde que la princesa había dado a luz a su segundo hijo y el olor comenzó a disiparse hace ya varios minutos. El chocolate dulce aún recorría el castillo pero no era tan fuerte como lo fue al momento del nacimiento.

Rhaenyra fue sentada cómodamente en un sillón mientras las sirvientas retiraban las sábanas de la cama del rey y limpiaban las manchas de sangre del piso. Era un verdadero desastre, el pequeño omega había llegado al mundo envuelto en rojo ardiente.

Cuando el aroma a chocolate dulce ya no era tan intenso y las sirvientas dijeron que ya era seguro dentro, el rey entro con una gran sonrisa y fingiendo no haber estado de rodillas hace tan solo una hora debido al fuerte olor del pequeño.

– Mi niña, el olor ya me ha dicho que haz dado a luz un omega, en hora buena Rhaenyra – El rey dijo, acercándose a su heredera. – Me gustaría conocer a mi nuevo nieto.

– El es Lucerys , padre. – La alfa respondió con una sonrisa, enderezando su cuerpo con el bebé en brazos.

Cuando el rey hizo a un lado la pequeña mantita que cubría el rostro de su nieto quedó maravillado. Viserys no recordaba haber visto tal belleza antes, aunque tal vez si se ponía a pensar… era igual de hermoso que su difunta omega Aemma.

Sonrió con nostalgia, el pequeño desprendía una aura tranquila y su olor le causaba comodidad, era como si estar cerca de el calmara todas sus dolencias y desapareciera los problemas del mundo y el trono.

Viserys se acercó un poco más y con ayuda de su hija, logro cargar a su nieto. Cuando el pequeño niño abrió los ojos pudo observar la más pura inocencia, se perdió en las hermosas pupilas que eran sus ojos, tan hermosos como joyas. Sonrió levemente, el bebe era hermoso.

Y mientras tenía al niño en sus brazos, el rey finalmente lo entendió…

Lucerys era el omega que fue prometido.

La profecía de Aegon estaba comenzando a cumplirse, la llegada del omega prometido había sucedido hoy en este castillo, en esta misma habitación, el mundo recibió la llegada del ser que haría temblar la tierra y agitar al mar, aquel que salvaría a la humanidad… o la destruiría.

– Que gran comienzo en esta tierra para ti, mi pequeño omega. Has venido al mundo en la cama de un rey, no es para menos. – El mayor dijo, su hija riéndose ante ello.

Viserys le dio un beso en la pequeña frente y fue recompensado con una sonrisita risueña, cuando devolvió el bebé a su madre y observo a Laenor acercarse a Rhaenyra, él lo decidió… Lucerys llegaría al trono y haría lo que estuviera en su poder para ello.

Solo esperaba vivir lo suficiente para ver crecer a su amado nieto.

El omega que fue prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora