Jacaerys Velaryon

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Jacaerys sabía que algo había cambiado aquel día en que Lucerys regreso del pueblo cubierto de ceniza y había subido a su habitación acompañado de Cregan Stark.

Podía verlo en las miradas que ambos se lanzaban, la forma en que el aroma a ramas y hojas de árboles de Cregan tenía un muy pequeño olor a chocolate dulce, la manera en que ambos se comunicaban sin palabras. Algo sucedio entre ellos ese día.

No era normal que un alfa oliera al aroma de un omega, siempre era al revés, los alfas solían marcar a sus omegas de forma que ningún otro alfa se acercará a ellos. Pero está vez no parecía ser así. El olor de Cregan no estaba encima de Lucerys, ni un poco. Su hermano seguía oliendo a chocolate suave, a fuego cuando se enojaba y a veces, solía oler a vino cuando estaba junto a su protector.

A Jacaerys no le gustaba nada todo este misterio, no cuando la vida de su hermanito había sido amenazada hace una semana, aunque habían encontrado al responsable a unos cuantos metros de la cabaña con una flecha en el pecho (y los guardias creían que fue traicionado por quien lo había contratado), eso no quería decir que Luke estaba a salvó. Ni siquiera con los 50 guardias que su madre había puesto a custodiar los aposentos del menor.

No, Jacaerys era el hermano mayor, debía cuidar de Luke el mismo. Estaba listo para dar su vida si era necesario.

Pero no sabía si su pequeño hermano estaba consiente de ello, si Lucerys entendía lo importante que era para el y que lo seguiría hasta mas haya del muro si deseaba, acabaría con cualquiera que le quisiera hacer daño.

Así que Jace decidió que debía dejárselo claro, hacerle saber que estaba ahí para el y que podía contarle lo que quisiera. Esa noche, después de la cena cuando se retiraron a sus habitaciones, Jacaerys aprovecho el momento en que se estaban cambiando de ropa a una más cómoda para hablar.

– Luke... – Su hermano no volteo a mirarlo, dándole solo un pequeño ruido de que le estaba escuchando. – Sabes que yo haría cualquier cosa por ti ¿Verdad?

Lucerys se detuvo de abrochar su camisón de dormir y volteo hacia su hermano, observando sin entender porque decía aquello. Claro que lo sabía, el también haría lo que sea por el mayor.

– Por supuesto, hermano. Se que harías lo que sea por mi y por nuestros hermanos.

– No me refiero a eso... – Jace suspiro, se acercó y tomo las manos del menor. – Quiero a nuestros hermanos pero yo... Te amo, Lucerys. Más que a mi vida, más que a nada en este mundo. Paso cada día amándote más, estamos unidos por el destino.

– Yo también te amo, Jace. Se que los dioses nos han hecho hermanos por una razón, nuestro destino está sellado en las estrellas.

Jacaerys sonrió, adoraba la inocencia del menor. Sabía que Luke lo quería pero no estaba seguro de que lo amara como a un alfa y no como un hermano. Sin embargo, con el tiempo eso podría cambiar, Jace confiaba en ello.

Pero debía dar el primer paso, hacer que su hermano lo viera como un hombre, como un alfa. Romper esa hermandad y dar paso a la pasión. Hacerle ver a Lucerys que podía complacerlo, que podía ser todo lo que el quisiera y que a su lado, nada jamás le faltaría, tendría lo que deseara, porque Jace se encargaría de dárselo.

– Lucerys... – El mayor susurro, acercándose unos pasos. – Eres tan hermoso.

Si Luke iba a responder o no, eso nunca lo sabría, pues el alfa se abalanzó sobre los labios ajenos, besando a su hermano con un ardiente deseo dentro suyo. La sangre de dragón ardiendo en sus venas.

Y aunque el omega en un principio no había respondido, quedándose quieto, unos segundos después devolvió el beso con intensidad. Caminando hasta arrinconar al mayor contra la pared, un fuerte golpe sonando cuando el cuerpo del alfa choco con brusquedad contra el duro muro.

Jacaerys bajo su mano, buscando a tientas el miembro de su hermano, encontrándose con un pene duro y sonrió en el beso, tal vez su hermano si podía verlo como un hombre y no solo como su hermano.

El mayor comenzó a acariciar el miembro, masturbando a Lucerys suavemente, llenando a su hermano de placer y arrancando de sus labios pequeño gemidos.

Jace corto el beso y miro al menor, sus frentes juntas, apoyadas una en la otra, mientras lo masturbaba más rápido. Sus miradas estaban entrelazadas, sus ojos llenos de intensidad, la sangre en sus venas ardiendo y el olor a vino inundando la habitación.

Jacaerys no aparto su mirada ni por un instante y cuando Luke pareció querer bajar la cabeza, se lo impidió, lo tomo del menton con su mano libre y lo hizo seguir observándolo. Lucerys debía verlo, tenía que ver quién era el que estaba dándole este placer, quien lo hacía desbordar está pasión, quien lo llevaría hasta lo más alto y le daría un orgasmo inolvidable.

Lucerys debía ver qué Jacaerys lo deseaba como algo más que un hermano, como un omega.

– Estoy a punto... Mierda, se siente tan bien...

– Ven Lucerys, libera todo tu placer, hazlo por mi... Omega. – Solo eso basto, ese susurro con la voz ronca llena de puro deseo de su hermano para hacer que el menor se viniera.

La escencia de Luke salió en fuertes chorros, mientras Jacaerys se mordía el labio, su mano quedando manchada y sin embargo no le importaba en lo más mínimo, no cuando tenia la vista más hermosa delante suyo. Su amado hermano menor con la expresión de máximo placer, uno que el había provocado.

Beso una vez más a Luke y después de quitarse la camisa y usarla para limpiar al omega, lo llevo a la cama, dónde se recostaron y se abrazaron, sin hacer nada más, no había nada sexual en ello, solo un abrazo puro y sincero.

– Haré lo que sea por ti, Lucerys. – El alfa le susurro, besando su frente. – Espero que ahora entiendas realmente la fuerza y el significado de mis palabras.

Sin esperar una respuesta, Jace cerro sus ojos y se dejó llevar por el sueño, abrazando a su amado hermano. Lucerys se apretujo con el mayor, su mente que debía estar en caos se encontraba inusualmente tranquila, mientras inhalaba el aroma alfa de su hermano y sentía el fuerte abrazo que tenía sobre el.

Los jóvenes dragones durmieron esa noche en calma, sin separarse. Y el resto de la fortaleza fue ajena a lo que en esa habitación sucedió.

Pero en ese momento...

El destino de Jacaerys había sido sellado esa noche.

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El omega que fue prometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora