capitulo uno

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(Ride — Lana del Rey)

El vuelo, como siempre, había sido demasiado tranquilo. Quizás fue porque ignoré la existencia de la gente y me limité a ahogarme en la música y en mis sueños.

Sabía que la llegada al aeropuerto sería igual de tranquila y serena, hacía tiempo que logré aceptar que mi familia no era como las demás. Ellos no vendrían a recibirme y estaba perfectamente bien con eso. Yo tampoco los esperaba a ellos.

Hace mucho que ya no los necesitaba.

Sólo volví a Brighton porque aquí inicié él voleibol y aquí lo terminaría. Mi familia es amante de los deportes, a excepción de mamá que es una reconocida modelo. Papá y Denver son fanáticos y jugadores profesionales del basketball. Levi pertenecía al football americano y Amie... no lo sé, seguía buscando un lugar donde encajar.

El voleibol para mí no era una obligación, no era algo a lo que mi padre me haya obligado a buscar como lo hizo con Denver y Levi. Todo fue por mi propia decisión, aunque presentía que de no ser así, papá de igual manera me habría arrastrado a algún gimnasio.

El dolor de brazos, piernas y el cansancio se convirtieron una adicción en la que mi mente descansaba. Lograba que mi mente se alejara por un par de horas de toda la mierda.

Llevaba años queriendo centrarme únicamente en el deporte, pero sabía que tenía que hacer una carrera antes de eso. Tenía que tener algo de respaldo.

Eso fue lo que hice los últimos cuatro años en la ciudad de Marsella en Francia, terminar la carrera de arquitectura.

Deseé por más de cinco años poder escapar de mi familia, no de Brighton, de mi familia. Por eso, sabiendo que pude haber hecho la carrera en Brighton, decidí escapar del país y tomar como excusa mis estudios para huir a Francia.

Marsella es una de las ciudades más grandes de Francia, por lo que ni siquiera en cuatro años logré recorrerla entera. Eso sí, todos los lugares que visité eran preciosos. Y vivir allí fue una maravilla.

A los nueve años, como la niña soñadora que era, deseaba viajar por el mundo y quería empezar por Francia, no perdí el tiempo y empecé a estudiar el francés, por lo que eso no fue un problema en la ciudad.

Lo entendía y hablaba perfectamente, tal vez la pronunciación a veces me fallaba un poco pero en el tiempo que estuve allí lo mejoré todo lo que pude.

Así que, sí, me gradúe hace cinco días con honores y mi celebración se conformó a mi solitario departamento que compartía con Annette, pero ella claramente si se fue a festejar a lo grande, una botella de alcohol y yo en pijama viendo por —no tengo ni idea— vez la saga Crepúsculo.

La verdad es que sí había hecho amigos en Francia, Fue difícil socializar pero lo logré. Conseguí un par de amigos los cuales me invitaron a una fiesta de graduación y yo me negué.

No tenía ni una sola razón para hacerlo, mis padres no me esperaban en casa porque ellos ni siquiera recordaban que su hija se iba a graduar ese día, tampoco tenía una pareja con la que iba a festejar, simplemente de mis labios se deslizó una pequeña mentira: no creo poder asistir, tengo planes. Los cuales claramente no tenía, al igual que no tenía ganas de socializar a pesar de que fuese un día en el que tenía que festejar.

Ahora estaba volviendo a Brighton ya que no tenía nada más qué hacer en Francia.

En el aeropuerto la gente se movía de aquí para allá a mi alrededor, algunos chocaban conmigo por accidente murmuraban un perdón y seguían su camino hasta encontrar a esa persona a quién esperaban. Lo admito, me quedaba mirando un poco más de lo necesario esos abrazos de bienvenida.

Escondidos entre mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora