Skyfall — Adele
Alec Ogden.
Golpeé la pelota con tal fuerza que el sonido de mi palma contra el plástico resonó por la estancia. Caí sobre mis pies después de ejecutar un buen remate, pero no de los mejores.
Llevaba tiempo pensando que no era sumamente necesario esforzarme demasiado en esto, no a tal punto de desgastarme.
No habría partidos pronto y realmente si los había, probablemente yo no estaría. Pronto dejaría esto, fue todo lo que pude dar y necesitaba centrarme en otros aspectos de mi vida.
El voleibol fue algo central en mi vida por al menos diez años, pero todo tiene su fin. Quizás el mío se acercó mucho más rápido y estaba bien, no importaba.
Volví a ejecutar el remate, esta vez con un poco más de fuerza por la repentina nostalgia no deseada que me invadió.
Los veinticinco años comenzaban a afectarme. Percibía la maldita crisis existencial acercándose.
O quizás estaba siendo muy paranoico, llevaba todo el día sobre pensando cualquier cosa, cuestionando lo que sea que se moviera a mi alrededor.
Desperté con un nudo en el estómago que me impidió terminarme el desayuno y tenía un extraño presentimiento.
Nuevamente fue mi turno de practicar el remate; estábamos en fila, turnándonos para hacerlo. Joe hacia la colocación y Kate se encargaba de recoger los balones y regresarlos a la canasta.
Me fastidié después de repetir lo mismo al menos una docena de veces, me excusé para tomar agua y el entrenador me dedicó esa mirada con la cual ya había deducido mi plan: escapar del entrenamiento.
Normalmente solo hacíamos retas entre nosotros, pocas veces hacíamos entrenamientos físicos, pero cuando los hacíamos eran tan tediosos que prefería no asistir. Solo que ahora había una razón para estar en el gimnasio además del deporte.
Y esa razón llevaba media hora de retraso, pues no la encontré cuando la busqué con la mirada mientras le daba un trago largo a la botella de agua.
Localicé a Layla practicando animadamente con Camille. Era extraño que Camille estuviera aquí y era igual de extraño que Layla practicara con ella y no con Blaise. ¿Dónde demonios estaba?
Que yo recuerde ayer no dijo nada acerca de faltar y desde su último mensaje antes de dormir, no hubo otro hasta ahora.
Chequé las notificaciones de mi celular, por si las dudas, pero no había nada, así que decidí escribir un mensaje yo.
Ogden: Mal forma de terminar la semana, Paris, siendo irresponsable.
Ogden: No sé a quién molestar, te extraño.
Deduje que se habría quedado dormida o algo ante su falta de respuesta. Aunque algo dentro de mí se decepcionó por no tener la oportunidad de verla hoy.
Proseguí con el entrenamiento, ya que mi distracción probablemente no llegaría nunca.
El entrenador nos hizo dar vueltas por toda la cancha durante quince minutos, a mí cinco más por intentar escapar, así que seguía corriendo mientras mis compañeros ya habían comenzado con el siguiente ejercicio.
Terminé jadeando por aire y con sudor resbalando por mi frente y cuello.
Sí, me odiaba.
Me uní a los demás después de tomar agua otra vez y enviar dos mensajes más preguntándole si se encontraba bien o si hubo algún problema. Y de nuevo no hubo respuesta.
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Escondidos entre mentiras
RomantikBlaise acababa de regresar a su ciudad natal. Volvió con su familia después de terminar su carrera y sólo podía pensar en una cosa: quería centrarse completamente en el deporte que mas amaba, el voleibol. En el gimnasio que consideraba su segunda ca...